lunes, 4 de abril de 2011

Capítulo 30.

Se agachó a coger la mitad de la botella rota, levantó la mano e hizo que la botella golpeara mi cabeza, y justo en el "crack" me sobresalto, miro a mi alrededor. Nada, solo era un sueño. Un sueño.. Espantoso, el corazón me iba cada vez más rápido, el sudor invadía mis mejillas y se chocaba con las lágrimas que caían de mis ojos. Un escalofrío recorre mi cuerpo, me tiemblan las manos, los labios, la vista se nubla, aprieto los ojos. Las lágrimas que quedaban dentro de mis ojos, salen más rápido. Me recojo el pelo, entro en el baño. Enchufo el grifo y me lavo la cara, fría, el agua me recorre el cuello, los escalofríos eran cada vez más frecuentes.
Me apoyo en el lavamanos, me miro al espejo. Seguía temblando, estaba asustada. Agacho la cabeza, suspiro. "Tranquila, solo era un simple sueño" Pero eso no me tranquilizaba, estaba totalmente nerviosa, como si hubiese pasado de verdad. De repente se abre la puerta, era Aitor.
Aitor: Lo siento, no sabía que estabas aquí .. Como está la luz apagada... ¿Te encuentras bien?
Yo: Qué más te da. Pasa. -Me hacía la dura, como si me diera igual todo, como si Aitor no me importara, pero era todo lo contrario. Salí del baño y cerré la puerta. Miré el reloj de la cocina, las dos y media. Nunca había dormido tanto, me hubiera gustado haberme despertado más pronto. Fui a la habitación y me vestí, me arreglé un poco y me fui a comer fuera. No me apetecía comer con Aitor. Entré al primer bar que vi. Me sirvieron una sopa de letras, y no sé qué más cosas. Me quedé embobada mirando la sopa y cuando me di cuenta había colocado las letras de forma que formaron el nombre de "Laura".
Yo: ¡Joder! - Grité. Cogí el plato de sopa y lo tiré al suelo. Todas las personas que había en el bar, giraron la cabeza y sus ojos me señalaban. Salí lo más rápido que pude, antes de que me dijera el dueño que lo tenía que pagar. Tuve suerte, porque no me siguió. Creo recordar que al final no comí nada. Se me quitaron las ganas de comer. Seguí caminando, llegué a la playa y me tumbé. Los rayos del sol acariciaban mi cara. Entonces dos niñas pequeñas pasaron por mi lado corriendo, y la arena que sus pasos tiraban acabaron en mi cara.
Yo: ¡¿No sabéis jugar en otro sitio?! Iros a jugar con las olas, adentraros en el mar, y cuando vuestras diminutas piernas no den para más, hundiros, dejáis de respirar y entonces vuestros padres estarán felices. ¡! -No sé por qué les dije todo eso, le podría haber pasado a cualquiera, además, ellas solo estaban jugando, estaba demasiado estresada, enfadada y dije lo primero que se me pasó por la cabeza. No me juzguéis.
Las niñas empezaron a llorar desconsoladamente. Me levanté de la arena y les hice una mueca, que solo empeoró su llanto.
Escuché que una mujer me gritaba algo, pero no le hice el menor caso. Caminé junto a las olas, me fui adentrando cada vez más al interior del mar, hasta que mis piernas no dieron para más, agaché mi cabeza y me hundí. Cerré los ojos, la presión iba aumentando, los latidos de mi corazón iban cada vez más rápido. Las olas jugaban con mi cuerpo, de un lado a otro, me estampaban contra rocas inoportunas, sentía el dolor que invadía mi cuerpo. Entonces alguien me cogió del brazo, me llevó hasta la orilla, pero yo seguía inconsciente.

3 comentarios:

  1. Hoola!
    Tengo que decir que normalmente no sigo historias, pero la tuya me ha enganchado y me encanta!
    La sigo por tuenti :)
    Espero que tengas muchos más seguidores
    Sigue asi!

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  2. esta historia es real
    por cierto te verias plantearte acer un libro la mejor historia del mundo

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