sábado, 27 de agosto de 2011

No queremos ser como los demás - *

Ahora se lleva hacerse fotos con la bandera de Londres, comprarse camisetas con la misma, al igual que pintarse las uñas con diez o cinco banderas diferentes donde, cómo no, incluyen la de Londres y EEUU. Ponerse la camiseta por el interior de los pantalones, llevar zapatos que antes llevaban las señoras mayores. Llevar colgado del cuello el símbolo de la paz y en las muñecas llevar millones de pulseras que queden colgando de ellas. Fumar cachimbas y hacerse la guay. Pedirle a tus padres un "Iphone" o una "Black Berry". Comprarte "Ray Ban" o "Carrera". Ir por la calle con cascos de música más grandes que tu cabeza. Solo por ser como los demás, porque no tienes personalidad. Te aseguro que si todo eso no estuviera de moda, y nadie llevara nada de eso, no lo llevarías nunca.






jueves, 18 de agosto de 2011

Llora por mi ahora que puedes; capítulo 43


Estiré el brazo en dirección al teléfono, lo agarré con miedo.
Cerré los ojos y suspiré .. Marqué el número de teléfono que indicaba en la carta y esperé impaciente.
Pi .. Pi .. Pi .. Pi .. /
Después de unos larguísimos segundos conseguí que cogieran el teléfono. Les di el nombre de mi padre y enseguida me pasaron con él.
-¿Papá? ¿Estás bien? - Escuché su respiración, que iba tan lenta como las lágrimas que empezaban a caer por mis mejillas - Pero qué pregunta más tonta .. ¿Cómo ibas a estar bien? ¡Lo siento tantísimo, debí haberme quedado allí [...] No sé cómo pude ..
-Hija, no te preocupes, de verdad. No es culpa tuya, sabes que todo el mundo vive para morir. Es simple, mi destino era este. Tarde o temprano tendría que haber ocurrido. Cuando eras pequeña te hablé mucho sobre este momento. ¿Recuerdas?
Te dije que si yo moría que no lloraras por mí cuando estuviese muerto, que no me llevases flores a mi tumba, dámelas ahora que puedes. ¿Para qué quiere la gente llevar flores a una tumba que ni siente ni respira? Tampoco te pido que me metas en una de esas cajas de madera. -Hizo una pausa cuando se le cortó la voz, suspiró y siguió al ver que no decía nada. - Quemarme y tirarme al mar. -Solté un respingo y después de llorar en silencio durante su discurso, el llanto empezó a escucharse en la otra línea telefónica- Llora por mí ahora que puedes, dame todos los regalos que quieras. Pero no vengas, no quiero que me veas morir. -
Vi a Aitor acercarse lentamente al sofá y sentarse a mi lado. Cogió mi mano con cuidado y obligó a mi cabeza a descansar sobre su hombro.
-Pero papá ..
-No, hija, no quiero que vengas. Hazme ese último favor.
Aparté el teléfono de mi oreja y dejé que un grito saliera a la velocidad de la luz de las cuerdas vocales. Mis ojos se cerraron con fuerza y las lágrimas que habían quedado atrapadas en ellos, salieron con más rapidez que las anteriores.
Volví a colocar el teléfono en mi oído.
-Te quiero mucho, papá. -Conseguí decir entre sollozos.
-Y yo a ti hija [...] Adiós. - Me dijo antes de colgar el teléfono.
-Adiós. -Dije en un hilo de voz.
La rabia recorrió mi cuerpo en menos de un segundo, el odio se apoderó de mi, lancé el teléfono contra la pared. Subí las piernas al sofá y las abracé con mis brazos. Apoyé en ellas mi cabeza, mientras las lágrimas seguían cayendo de mis ojos, deslizándose por las mejillas hasta llegar al mentón y recorrer mi garganta.


Noté cómo un brazo fino se deslizaba por mi espalda y me abrazaba a la vez que lloraba conmigo. Carmen estaba a mi lado, mientras Aitor miraba al techo desconcertado.
-Yo sé por lo que estás pasando, porque yo también lo pasé. Voy a estar siempre contigo para lo que quieras. Sé que suena muy comprometido, y que nadie lo ha cumplido nunca de verdad. Que a la mínima se olvidan de ti como si nunca hubiera sido tu amiga. - Me dijo mientras levantaba mi cara con su mano, y con la otra acariciaba mi rostro. -
-Parece que estés hablando de Carla ..
-Sí, bueno .. Sabes que me hizo mucho daño. -Hizo una pausa y suspiró. -Cuando mi padre tuvo aquél accidente de coche, me sentía más sola que nunca y Carla .. -Vaciló por un momento y decidió no decir nada.
Nos quedamos en silencio. Se escuchaban mis llantos y los de Carmen, que me acompañaba como si fuera mi sombra.
Ella también vivió ese momento, pero cuando era más pequeña.Tenía quince años. Se sentía sola. Su mejor y única amiga, le dio de lado. Empezó a ir con la chica más popular de clase, ignorando el sufrimiento que estaba viviendo Carmen. Apenas le dirigía la palabra cuando estaba con Dayana, y la miraba con superioridad. Carmen solo tenía el apoyo de su madre, que luchaba por ella cada segundo de su vida. Aunque el dolor se su madre fuera mayor, no lo dejaba notar para poder salir adelante y no derrumbarse como lo estaba haciendo Carmen. [...] Creo que estaréis pensando que por qué no la ayudé yo y le di un hombro para llorar cuando más lo necesitaba.
Carmen tiene un año más que yo, para entonces, yo tenía catorce y no la conocía para nada. Ella repitió curso a causa de la muerte de su padre y fue cuando nos hicimos "amigas". No teníamos ningún tipo de confianza, así que ella no me contó nada de su padre hasta estar en la universidad.
Me dirigí a la cocina a por un vaso de agua. Me lo bebí lentamente, casi sin ganas. Me senté frente a la pecera que teníamos en una diminuta mesa. Observé cómo nadaban de un lado para otro sin cansarse. Sin temerle a la muerte, quizá no saben que existe, y viven sin ningún tipo de preocupación. "Ojalá pudiera ser uno de ellos para vivir como viven ellos. " Pensé.
Me levanté le la silla. Y como si estuviera medio dormida subí las escaleras que dirigían a nuestro cuarto. Entré en el baño y cerré la puerta. La voz de mi padre no paraba de pasar por mi mente una y otra vez. <<No, hija, no quiero que vengas. Hazme ese último favor. >> [...]
Apoyé las manos en el lavabo y me miré al espejo. El rimel se había corrido por mis mejillas. Estaba horrible. El vestido azul celeste que llevaba estaba lleno de lágrimas y manchas negras del rimel. Guié la mirada hacia los tacones y decidí quitármelos.
Me lavé la cara y fui desvistiéndome hasta quedarme totalmente desnuda. Metí un pie en la bañera mientras abría el grifo.
Cerré la cortina que rodeaba la bañera. El agua hirviendo pasaba por mi cuerpo dejándome la piel de gallina. Cerré los ojos y me dejé invadir por mis recuerdos. Por nuestros recuerdos.
Todos y cada uno de ellos me invadían y hacían que me sintiera mal. Él siempre había intentado hablar más conmigo, pero yo me sentía atacada, como si fuera a invadir mi intimidad. Siempre quería que le contara todos los novios que había tenido, todo lo que hacía cada día. Cosas de padres, cosas que nunca contabas. Ahora desearía haberle contado todo lo que le oculté, por el único hecho de haber estado más tiempo con él.
No haber desperdiciado mi tiempo en el ordenador o en la tele, mientras que él solo intentaba conocerme más. Saber como era en realidad. Porque nadie es igual con sus amigas que con sus padres. ¿O me equivoco?

jueves, 4 de agosto de 2011

Capítulo 42 - Algo inesperado.

Navidad. El invierno tapó con su increíble nieve todas y cada una de las casa, al igual que las copas de los árboles. Todo era totalmente extraño. La última navidad la había pasado en mi casa, con mi familia, y claramente: con mi hermana. Eso hacía que esta navidad fuera la peor de todas. Acostumbrada a cenar con más de veinte personas en mi casa. Con una mesa gigante y platos variados. Todo eso había dado un cambio radical a una mesa de 50x90cm, y dos simples platos de arroz chino y una vela de adorno.
Mis ojos reflejaban tristeza y añoranza, revolvía la comida con la cuchara como una niña pequeña a la que no le gusta la verdura. Miraba fijamente al plato sin ganas de comer.
-¿Te pasa algo? -Dijo Aitor mientras me agarraba una mano desde la otra punta de la mesa.
Dejé caer la cuchara en la mesa, y aparté mi mano de la suya. Empezaron a caerme lágrimas, ya era normal en mi, el rimel se fue emborronando por mis mejillas. Puse los codos en la mesa y apoyé mi cabeza con mis manos. Las lágrimas caían directamente al plato. Intenté hablar entre sollozos y le miré a los ojos.
-Tú estarás acostumbrado a pasar las navidades lejos de tu familia, pero como puedes ver, yo no. -
-Fuiste tú la que quiso volver. -Murmuró.
-Ya, lo sé. Pero no sabía lo que iba a pasar. Creo que me precipité demasiado ..
-No lo digas. -Se levantó de la mesa echando la silla hacia atrás.
-Aitor, por favor ..
-¡Que no! No pienso volver a caer en otro capricho tuyo. Si quieres volver, vuelve, pero no cuentes conmigo.
-No pensaba hacerlo. - Puso los ojos en blanco y vi como una pequeña lágrima logró salir de su pupila, también vi en el interior de sus ojos cómo se derrumbaba. Me armé de valor y proseguí. - Creo que necesitamos un tiempo.
-¿Un tiempo para qué? Pero si estamos muy bien juntos, Paula .. -Me agarró de las manos e intentó besarme, pero me aparté y le di la espalda.
-Por favor, Aitor ..
En ese mismo momento tocaron al timbre. Sin decir nada fue a la entrada y abrió la puerta.
-Feliz navidad .. - Hizo una pausa prolongada. - Oh, vaya, creo que he venido en mal momento ..
Me asomé para ver quien interrumpía una "cena" de navidad. Allí estaba ella, con un regalo de navidad, diminuto, pero la que sujetaba el regalo era más grande.
-Carmen .. -Dije intentando sonreír y secarme las lágrimas, pero la tristeza volvió a invadir mi cuerpo y romí a llorar. Me abalancé sobre ella y la abracé.
-Eh, Paula .. -Dijo mientras intentaba librarse de mis brazos. - Tengo que darte una cosa.
-¿El regalo? No importa, tú serás mi regalo de navidad. -Le sonreír de forma forzada, mostrando mis dientes.
-Vale .. Pero abre primero esto, no es mío. - Dijo sin mostrar ningún entusiasmo por verme. No sonreía, parecía estar triste.
Giré la cabeza para ver a Aitor. Pero no estaba. Me di la vuelta y lo vi sentado en el sillón del salón mientras miraba al techo y le caían lágrimas lentamente. Agarré el regalo de .. el regalo que me había traído Carmen, pero que no era suyo.
-Espero que sea un móvil o algo parecido, porque perdí el mío cerca de la torre Eiffel. -Miré la cara de Carmen, que no cambiaba de posición desde que había llegado. Sus ojos se clavaron en el regalo y no dirigía palabra. - ¿Qué es esto? - Tenía en mis manos un marco, con una foto. y por las esquinas sobresalía un papel; una carta.



-Esta foto .. ¿te la dio mi padre? -Carmen, sin decir nada, asintió. Sonreí al recordar aquél día. -Esta foto la hizo mi madre cuando fuimos a Andalucía..Es preciosa. -Sonreí con más fuerza y noté como el brilló de mis ojos parecía por arte de magia. 
-Coge la carta. -Dijo señalándome la hoja. -Es de tu padre ..
-Pero Carmen, ¿qué te pasa? -Carmen ignoró mi comentario y sacó la carta del marco. 
-Toma, léela. - Le hice una mueca al ver que pasaba de mi. 
Entrecerré los ojos para intentar leer la carta. La vista empezaba a fallarme ..
Paula, lamento no haber podido contactar contigo antes, me parece que has perdido tu teléfono, como de costumbre .. No me extraña nada, ¿sabes? Bueno, quiero que sepas que nunca te voy a olvidar, eres la única hija que me queda. No sé cómo decirte esto .. No creo que volvamos a vernos .. 
Eh, el otro día en el reconocimiento médico, me dijeron que tengo una enfermedad en el pulmón [...]
Cáncer. Tu madre ya me avisó de que fumar era malo, pero no tenía manera de dejarlo .. Espero que tú nunca tomes ese camino. Dicen que me queda poco tiempo. Que debí haber ido al médico, que ahora no pueden hacer nada .. Lamento decirte esto en una simple carta, pero no hay manera de comunicarme contigo, cuando puedas llámame; 947892145 Es el número del hospital.
Ah, por cierto, ni una palabra a tu madre, ¡eh! Quiero morir tranquilo. 
Te quiero, Paula; espero que te guste la foto y el marco. 
Varias lágrimas, ya secas, emborronaban algunas palabras, pero era legible. 
 Hasta que de mis ojos, comenzaron a salir más y más lágrimas. Me di la vuelta y vi a Aitor apoyado en el respaldo del sofá mirándome con curiosidad. 
El corazón me dio un vuelco y noté una punzada en el estómago.
Dejé caer la carta al suelo y me acerqué a Aitor, lo abracé durante varios minutos. No podía ser cierto. ¿Era una broma? No. Me aparté de sus brazos y di media vuelta. Miré a Carmen, que aún seguía cabizbaja mirando la foto.
Entre sollozos conseguí hablarle.
-Esto .. ¿Esto te lo dio mi padre? ¿Cómo está? 
-Lo siento, Paula .. - Dijo sentándose en una silla de la tantas que habían. - Mi madre me dijo que fuera a ver a tu padre, unos amigos de mi padre se enteraron de su enfermedad. Fui al hospital super nerviosa.. Estaba sentado en la cama con la mirada perdida. 
-¿Puedo entrar?
-Claro, pasa. Tú debes de ser Carmen, ¿verdad? - Me dijo sin apartar la mirada de mis ojos.
-Sí, mi padre me dijo que ..
-Quiero que le lleves esto a Paula. 
-Pero, señor .. Paula está en París, ¿no?
-Te pagaré lo que haga falta, pero te pido por favor que le des esto. - Me agarró las manos y con la otra me entregó el cuadro y la carta. - ¿Podrías envolverlo?
-Claro .. Faltaría más ..
-Ahora, me gustaría quedarme solo. Quiero morir tranquilo. - Suspiró mientras le caía una lágrima del ojo. - Dile que la quiero mucho. 
-Paula, dice que te quiere. Mucho. No quiere que estés mal. Me dijo que vivas tu vida. Que no te derrumbes ahora. Que estás en la mejor etapa de tu vida. -Me acarició el rostro y me dio un beso en la frente. 
Me dejé caer en el sofá. "Pues para ser la mejor etapa de mi vida no para de morirse gente en esta mierda de etapa"