viernes, 27 de mayo de 2011

Capítulo 38-

Cogí el móvil y avisé a la policía. Esperé media hora más, y las lágrimas no paraban de resbalarse por mis mejillas. Cuando llegaron me hicieron miles y miles de preguntas. Recordé aquél momento, cuando mi hermana murió, en el que Laura respondía a aquellas preguntas por mí, ¿en ese momento quién lo iba a hacer por mi?
El policía decidió dejarme sola un momento mientras iban a coger el cuerpo. Me quedé paralizada, sentada en una roca, esperando a que pasase mi vida entera delante de mis ojos. Con la mirada perdida, veía como los recuerdos con Laura pasaban miles y miles de veces por mi cabeza, hasta que alguien interrumpió mis pensamientos. 
-¿Podrías respondernos a unas preguntas, por favor? -Me dijo una chica, con mucha amabilidad.
Asentí, aún con la mirada perdida en el cuerpo muerto de Laura. Me di cuenta de que poco a poco estaba perdiendo a las personas que más quería. Mi hermana, Laura, Aitor empezaba a agobiarme ... Ya no me sentía tan a gusto con él. (Recuerda que estoy escribiendo lo que pensé en ese momento, ahora no me cansaría de él en la vida) 
La chica se puso en cuclillas y empezó su cuestionario.
-La conocías, ¿no? Era amiga tuya, ¿verdad? - Me sonrió levemente y yo asentí. Vaciló un rato y luego añadió. - ¿Qué ha pasado exactamente? -Puso su mano en mi rodilla. -No te sientas presionada, si quieres espero un rato más y cuando puedas decirme algo, me avisas, ¿de acuerdo?
-No, eh, creo que puedo explicártelo. No somos de aquí, estábamos de vacaciones... Laura empezó a juntarse con chicos drogatíctos y acabó como ellos. Uno de ellos la maltrataba, tiene heridas por todas partes y creo que tenía el labio roto...
La chica me interrumpió.
-¿Y como puedes afirmar que eso es verdad? - Levantó una ceja.
Me pareció indignante la incredibilidad que tuvo hacia mí esa mujer. Me levanté dispuesta a irme, pero me detuvo un chico que estaba justo tras de mí.
-No pienso quedarme aquí, contándolo todo y que encima no me crean. ¿Creen que me inventaría semejante cosa? 
-No, es nuestro trabajo dudar, lo siento. 
El chico me obligó a sentarme de nuevo en la piedra y seguir explicándoselo todo.
-Antes de que continúes, ¿por qué no avisaste a la policía de este maltrato?
-Yo no lo sabía, verá, estábamos enfadadas, y yo nunca estaba con ella.
-¿Entonces con quién?
-Con ... con un amigo. Yo no sabía lo que estaba pasando, hasta que hoy pasé por aquél local y vi como la echaban de allí. La seguí, pero no podía alcanzarla, me llevó hasta aquí. Y por más que insistiera, no quería darme la mano y bajar de ahí. Y... -La chica volvió a interrumpirme.
-Vale, ya me sé el resto. No sé si creérmelo, ¿sabes? 
-Haz lo que quieras. No me importa, yo ya he hecho lo que me habéis pedido y he dicho la verdad. -
El chico de antes me cogió por los hombros y me dijo:
-¿Dónde podríamos encontrar ese "local"? ¿Sabrías decirnos el nombre de su amigo?
-Sí, claro. -Le di la dirección exacta y le dije el nombre del amigo de Laura. -Creo que se llamaba.. Campoy, sí, eso era, Campoy. 
Al oír el nombre de Campoy, se miraron fijamente a los ojos con preocupación. 
-Vale, cariño, tranquila. Y gracias por todo. Haremos lo que podamos.
-No hace falta que hagáis nada.  Laura ya está muerta. Gracias a ese hijo de .. de su madre, Laura está muerta. Otra vez, ¡gracias, Dios por darme esta mierda de vida! -Dije mirando al cielo y estirando los brazos. Rompí a llorar, otra vez. 
Los policías decidieron dejarme sola. Poco a poco la gente se iba yendo y me iba quedando sola. 
Y decidí volver a la playa. Caminé junto a las olas, me fui adentrando cada vez más al interior del mar, hasta que mis piernas no dieron para más, agaché mi cabeza y me hundí. Cerré los ojos, la presión iba aumentando, los latidos de mi corazón iban cada vez más rápido. Las olas jugaban con mi cuerpo, de un lado a otro, me estampaban contra rocas inoportunas, sentía el dolor que invadía mi cuerpo. Entonces alguien me cogió del brazo, me llevó hasta la orilla, pero yo seguía inconsciente. El resto ya te lo sabes, ¿no? 
Miré el reloj que rodeaba mi muñeca izquierda, habían pasado exactamente 45 minutos. Salí del baño y estaba Aitor encima de la cama viendo la tele. Gossip Girl. 
-¡Hombre! Si por fin ha salido la duquesa del baño. Casi una hora, ¿un nuevo récord? -Rió.- Lo apuntaré en una libreta. - Se cayó por un segundo .- Pero, si no te has peinado ni nada, ¿qué hacías ahí dentro? 
Decidí no responder y salí de la habitación. La puerta del cuarto de mi madre estaba abierta de par en par pero no había nadie. Entré y abrí la puerta del balcón. Estaban fumando, los dos.
-Genial, mamá. ¿Ahora fumas? - Resoplé y me fui a la cocina. Mi madre había cambiado, y mucho.
Una foto de mis padres colgaba en la pared del pasillo. Agarrados de la mano, sonriendo, parecían felices, enamorados. Ahora se podría decir que son infelices comiendo perdices. Recordé que mi padre estaba en la cárcel, y que no tendría que tardar más de un día en ir a visitarlo. Se me quitó el hambre y fui corriendo a mi cuarto. Abrí el armario, cogí unos pantalones largos, con agujeros, no muy extravagantes. Moví las perchas y busqué la camiseta que me regaló mi padre el día de mi cumpleaños. No sé si me la compró aposta por la frase, pero me encantaba; The path to wisdom isn't being afraid to make mistakes. Era blanca y las letras negras. Cogí mis botines negros de tacón, no muy alto. Me recogí el pelo con un moño un poco mal hecho, y con el mechón que colgaba hice de él una trenza. Me maquillé un poco y salí corriendo, con cuidado de no caer por las escaleras. Cogí las llaves y mi bolso negro. Cuando llegué a la cárcel un policía me impidió el paso. Pero insistí.
-Lo siento, chica, no estamos en horas de visitas. 
-Ya, pero es que mi padre está ahí dentro y...
-Lo siento. - Dijo levantando las manos. - No puedes pasar.
-Por favor. Solo será un momento. -Las lágrimas empezaban a rondar por mis mejillas, pero impedí que hicieran que el rimel se corriera y las sequé.- Por favor. -Le sonreí forzadamente.
-Venga, vale, pasa. Pero que sea la última vez.
-Muchísimas gracias, cuando salga me podrías apuntar en una hoja el horario de visita, ¿por favor? 
Creo que me verá mucho por aquí. -Le sonreí.
-Claro, no hay problema. - Dijo cogiendo las llaves y abriendo la verja. Hizo un gesto con la mano, indicando que pasara. - A la próxima, te aconsejo que no vengas tan arreglada, los chicos te lo harán pasar mal. -Me guiñó un ojo.-
-Está bien. -Le sonreí. Seguí caminando mirando de un lado a otro, los hombres me miraban descaradamente de arriba a bajo, intenté no mirarlos muchos y seguí buscando a mi padre.
Me acerqué a una celda, me pareció que era él.
-¿Papá? -Dije dudosamente, estaba de espaldas, parecía él. Me acerqué un poco más y me agarré de los barrotes. - ¿Papá?
Se dio la vuelta y me di cuenta de que no era mi padre.
-Puedes llamarme "papá", si quieres, seré algo tuyo para siempre, bombón. - Hizo que me recorriera un escalofrío de arriba a bajo. Me alejé asqueada de esa celda y seguí buscando.
-¿Hija? ¿Paula? 
-¡Papá! Por fin, pensé que no te iba a encontrar nunca. -Le sonreí. Me acerqué a la celda y le cogí  las manos. - Te echo de menos... Lo siento, papá. No debí irme nunca.
-No, hija, no es tu culpa. Es mía, perdí la cabeza. Bueno, el resto te lo sabrás, porque te lo ha contado mamá, ¿no? -
-Sí. Tengo tanto que contarte. ¡Buf! Millones de cosas. Primero que todo, mamá está con el profesor de música de .. de Sara. ¡Y lo peor es que ahora..
-¡Maldita sea! Sabía que pasaba algo entre ellos dos. -Se le escapó una lágrima y siguió . - ¿Y qué puede ser peor que eso?
-Bueno, para mi es lo peor porque la salud es lo primero. ¡Ahora también fuma! No sabes todo lo que ha cambiado. Es increíble. Y aún así quiere que la comprenda. Si es que no hay manera, me enseñó a no mentir, y nunca lo he hecho, ¡ahora es ella la primera en hacerlo! me enseñó que el tabaco era lo peor del mundo, ¡y ahora es lo segundo que hace! No me lo puedo creer. ¿Tú puedes?
-Sí, tu madre siempre ha sido así. Nunca cumple lo que dice.
"Como yo, odio mis genes" Pensé.
-Pero, bueno. ¿Qué tal tu vieja a Ibiza? 
-Bueno... No esperaba que fuese así . -Miré hacia la verja del guardia, que se iba acercando más, haciéndome señales con la mano que saliera. - Bueno, me voy, papá. Me alegro mucho de haberte visto. -Le di un beso y me fui. - ¡Te quiero! - Dije girándome hacia él y saliendo por la verja. 
-Toma, esto es para ti. -Dijo entregándome un papel, supuse que sería el horario. - ¡Hasta otro día, chica!
Cerré la puerta y salí con una sonrisa gigante en la cara. Volví a casa, pero antes de entrar, vi a Andrea, jugando con su estúpida pelota lila. Al verme salió corriendo y entró corriendo a su casa.
No entendí por qué lo hizo, pero en fin. Abrí la puerta de casa y nada más entrar vi a mi madre cruzada de brazos.
-¿Dónde estabas?
-He ido a ver a papá, ya que por lo visto, tú no lo has hecho. 
-Yo no te he dejado ir, ¿por qué lo has hecho?
-¿Cómo, cómo? ¿Qué por qué lo he hecho? Mira, por dos sencillas cosas; una, porque es mi padre y me importa, y dos, porque nadie me lo impide. 
-Yo te lo impido. 
-¿Por qué?
-Por una cosa muy sencilla; porque él no es tu padre. - Me quedé en blanco, ¿cómo que no era mi padre? Reaccioné.
-¿Sabes? A lo mejor no será mi padre, no sé quién será y nunca lo sabré, pero seguro que tú tampoco sabes quién es. Te acostaste con tantos, que ni te acuerdas, ¿verdad? ¡PUF!
No será mi padre, y me da igual quién es mi padre de verdad. Él me ha cuidado, toda la vida, y eso es lo que importa. Ahora déjame pasar, "mamá" . -Dije con ironía. -

viernes, 20 de mayo de 2011

Capítulo 37-

Primerísimo de todo, quiero pediros un favor, GRANDÍSIMO FAVOR, que sería muy importante para mi, y os lo agradecería toda mi vida, en serio. ¿Os podéis en ésta página; http://www.facebook.com/Licor43oficial , y en el muro he dejado un comentario, mi nombre es SHIRLEY ORTIZ, le podríais dar a ME GUSTA? 
Creo que así podré ganar ese concurso, pero no estoy segura de ello porque creo que no pueden participar menores de 18, y es una INJUSTICIA. Bueno, después de todo este rollo, empezaré con el siguiente capítulo.
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Nos tumbamos en la cama y acto seguido nos quedamos dormidos. Pecho con pecho, nariz con nariz, palma con palma. El despertador interrumpió mi pesadilla, 
no te voy a decir de qué iba, porque me repetiría mucho, tú y yo sabemos quién salía en esa pesadilla. Me levanté rápidamente de la cama, me acerqué a la ventana y corrí las cortinas. Los rayos del sol me deslumbraron e hicieron que no viera nada durante unos segundos. Miré mi reloj, las once de la mañana. Estiré los brazos y me senté en el puff que tanto insistí de pequeña que me lo compraran. Apoyé la cabeza en la ventana y me quedé embobada mirando el vecindario. De repente, algo interrumpió mis pensamientos. Andrea, la hermana de Laura, lanzó una pelota hacia mi ventana. Creí que llevaba un buen rato llamándome. 
-¿Qué haces, Andrea? Podrías haberme dado en la cara.
-Eso quería. -Decía mientras estiraba el cuello para verme mejor. - ¿Cuando va a volver mi hermana?
-Otra vez .. -Susurré. - ¿Por qué no se lo preguntas a tu madre, y dejas de molestarme, pequeña? 
-¡Que ya no soy pequeña! Además, mi mamá dice que me lo tienes que decir tú. ¡Y yo lo quiero saber ya!
-Ya te he dicho que no va a volver nunca más. - Me levanté del puff y cerré la ventana. Me quedé apoyada en el cristal y vi como Andrea se desplomaba al suelo y empezaba a llorar. Me dio exactamente igual, empezaba a cansarme de ella. Me giré dispuesta a entrar en el baño y lavarme la cara.
-¿Con quién hablas? -
-¡Ah! Joder, Aitor, ya te vale. Me has dado un susto de muerte. -Intenté esquivarle, pero se opuso a ello. - Está bien, estaba hablando con Andrea, la hermana pequeña de Laura. 
-¿Por qué no le dices la verdad de una vez? - Dijo agarrándome de la cintura.
-No puedo. Déjame. Después de todo, su madre ya lo sabe, que se ocupe ella de contárselo a Andrea. -Dije apartando sus manos de mi cuerpo.
-Haz lo que quieras. -Se apartó de mi camino y entró rápidamente al baño.
-¡Aitor! -Me quejé- ¡Que iba yo! - Golpeé la puerta, pero no la abrió. En ocasiones me parecía un completo mañaco.- Va, abre. 
Después de cinco minutos me harté de gritar, y decidí desayunar primero.
Pero el apetito se me fue cuando, al pasar por la habitación de mi madre, vi a Mario cambiarse de ropa, completamente desnudo y a mi madre mirándolo con travesía desde la cama. Ahora que lo pienso, no creo que estuviese cambiándose de ropa. Me entraron ganas de vomitar, me daba asco verlo. 
Oí como la puerta del baño se abrió sigilosamente. Eché a correr y entré antes de que Aitor pudiera cerrarme la puerta. Lo empujé para que saliera y le cerré la puerta en sus narices. 
-Luego el mañaco soy yo. - Le escuché decir al otro lado de la puerta.-
Apoyé la espalda en la puerta y suspiré. Aitor tenía razón, debería decirle a Andrea que .. debía decir la verdad. Pero no era capaz de hacerlo. 
Mi cuerpo se desplomó en el suelo y los recuerdos empezaron a invadir mis pensamientos. Laura había hecho mucho por mi, pero también me había hecho mucho daño. Había jodido mi vida entera, pensé que era una amiga de verdad, de esas que nunca te abandonan, de esas que siempre quieren lo mejor para ti y te dicen la verdad aunque sea lo peor. De esas que  nunca te fallarían. 
Estaba muy equivocada al pensar que Laura podría ser una de esas amigas. 
Después de tanto, me duele más que nunca. Porque no la volveré a ver. 
Maldigo ese día, en el que se me ocurrió que podría conseguir que Laura volviera a casa conmigo. Todo pasó cuando las niñas de la playa jugaban con el balón, ¿te acuerdas de eso? Porque no te lo conté entero, esperé a llegar hasta aquí y poder contártelo más detenidamente. Me levanté de la arena y sin  saber donde iba, cuando me di cuenta estaba frente al local de Laura y sus "amigos". Me quedé mirando por la ventana, no me atrevía a entrar. Después de cinco minutos. Alguien salió del local, me asomé para ver quién era. Me escondí detrás de una pared y escuché.
-¡Si te vas, no vuelvas! ¡No vuelvas! -Gritó un chico, no pude ver quién era. Pero sí pude ver quién salía de allí. 
Crucé la carretera y le agarré del brazo.
-Laura, Laura, ¿estás bien? -Dije entre sollozos.
-Déjame. ¡Déjame! ¿A qué has venido? ¡Suéltame!
-Vamos, Laura, tranquilízate. Solo quiero ayudarte. Quiero que vuelvas a casa, conmigo, con tu madre ... Con Andrea.
Laura paró en seco, se le quedaron los ojos en blanco mientras las lágrimas le rozaban las mejillas. "Andrea" susurró. Hizo un movimiento brusco con el brazo y me apartó de su camino. Empezó a correr. Me fijé en una marca que llevaba en el brazo. Un color rojizo, medio lila marcaba su brazo y le sangraban los dedos. Sus pies cansados corrían con dificultad, parecían cansados. Laura se dio por vencida y paró un segundo. Después dio media vuelta y me miró. Se acercó a mi y me dijo;
-Mira lo que me han hecho. Estoy destrozada. No puedo seguir viviendo. -Dijo entre llantos.
-Laura, cariño, no digas eso. -Le acaricié la cara.- Dame la mano, puedo ayudarte y podrás volver a tu casa. Con Andrea.
-¡Que no me toques! He pasado todo esto por tu culpa. ¡Mírame! -Siguió corriendo. Esta vez con ganas y no podía alcanzarla. 
Corrió lo que más pudo, y yo iba tras ella. Al fin se paró. Sin darme cuenta estábamos muy lejos de la playa. Habíamos cruzado el bosque, estábamos en lo más alto de aquella montaña. Estaba tan concentrada en Laura, que no me di cuenta a donde se dirigía. 
-Laura, ¿qué estás haciendo? No te atrevas a dar otro paso. -Levanté una mano para agarrarla, pero se alejaba cada vez más. 
-No te acerques. Pensaba que eras mi amiga. Me has dejado sola, y me has fallado. No pensé que..
-Venga, va. Ahora no vengas de víctima, Laura. Todo el mundo sabe que la amiga falsa eres tú. Ahora no hagas tonterías, y baja, por favor. 
-¿Por qué tendría que hacerlo? ¿Por ti? -
-Por tu hermana, por Andrea. -
-Siempre tienes que ponerla por en medio. ¡Déjala en paz! No es mi culpa que tu ya no tengas hermana, y, como ya te dije; me alegro por ello.-
Empezaba a cansarme de sus comentarios, yo solo quería ayudarla y empezar de cero, pero no me dejaba. Entonces decidí subir y la cogí de la mano.
-Estoy harta de tus comentarios sobre mi hermana. ¿Y sabes qué? ¡Ojalá se muera tu hermana!
-¡Que no metas a mi hermana en esto! -Me soltó la mano y se deslizó dispuesta a tirarse.
-¡Laura espera! ¡No lo hagas! 
-No me vas a decir lo que puedo hacer o no. ¡No eres nadie para hacerlo!
Mis gritos no sirvieron para nada, Laura había subido hasta allí para tirarse y nadie se lo iba a impedir. Mi corazón dio un vuelco al ver como caía y su cuerpo  
se daba golpes contra las rocas. Pasé más de una hora viendo su cuerpo herido y muerto. Pálido e indefenso.



jueves, 12 de mayo de 2011

Capítulo 36-


En fin, se suponía que no iba a subir el siguiente capítulo hasta la semana que viene, pero mientras que vienen a por mi, creo que me da tiempo. A lo mejor se queda corto, :$$¡

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Toqué la puerta, pero nadie me abría. Miré en el bolsillo de mi pantalón y cogí las llaves. Abrí la puerta y entré. Lo primero que oí fueron risas. Entré en el salón y ahí estaba el novio de mi madre y Aitor. Viendo la tele como dos imbéciles. "¡Genial!, ahora el novio de mi madre y el mío son amigos. ¿Algo más?" Me parece que pregunté justo a tiempo. Sí, algo más me esperaba. Ojalá nada de eso hubiera pasado.
-Hija, ven, sube. - Mi madre iba bajando las escaleras y me cogió de la mano haciendo que la siguiera. - Tengo que contarte algo.
-¿Ahora qué quieres? Mejor déjalo para mañana, no me apetece hablar contigo ahora. -Me giré con la intención de entrar en mi habitación, pero me frenó el paso.
-No, ahora o nunca. Siento muchísimo no habértelo contado antes, no quería que sufrieras más. Y no sabes cómo lo he pasado sin ningún tipo de apoyo. Esperaba que nunca llegase este momento, cuando te vi al abrir la puerta de casa...
-No te enrolles tanto, mamá. Va, dímelo, que tengo sueño y tu voz chillona me está retumbando en los oídos. ¡Venga! - Le interrumpí. Después de unos segundos de mi interrupción pensé que no debería haberlo hecho. A mi madre le empezaron a caer lágrimas y se apoyó en la barandilla de las escaleras al ver que se estaba mareando. - ¿Mamá? ¿Qué pasa?
-Tu padre. Tu padre está en la cárcel y estará allí durante treinta años.-
-No me lo creo. No me lo creo. Dime la verdad.
-Es cierto, hija. Cuando te marcharte empezaron las discusiones, se iba de casa y volvía cuando quería. Empezaba a perder la cabeza, estaba fuera de sí y se volvía agresivo. Y un día discutimos, y me amenazó con un cuchillo, me lo puso cerca del cuello. Yo no sabía lo que quería e intenté escapar, y al intentarlo me hizo pequeño corte. Se puso nervioso, no quería hacerme daño, pero lo hizo. Tiró el cuchillo y me agarró del brazo. Empezó a golpearme fuertemente en la cara, dejándome marcas. La sangre empezaba a caer por mis mejillas... La vecina oyó los gritos y vino la policía. Yo no quería que le hiciesen daño, y él a mi tampoco. Supongo que fue muy duró todo lo que nos ha pasado. El dolor crea la locura, tu abuela siempre lo decía. - Intentó sonreír, pero se le borró la sonrisa cuando empecé a gritar.
-¿Y sonríes? ¡Cómo eres capaz! Esto esto ya es demasiado. No sé para qué vengo. Supongo que os echaba de menos. ¡Y me encuentro con esto! Pero mamá, ¿te estás viendo? ¡Que estás con otro hombre! Es increíble. [...] - Vacilé. - ¿Lo sabe? Dime que sabe que estás con otro hombre.
-No, no lo sabe. -Agachó la cabeza y dijo entre dientes- Lo siento.
-¡Que lo sientes! ¿Por qué me mientes? Me dijiste que se había ido con otra. Pero qué clase de ejemplos me estás dando, ¿mamá? No se puede ser más retorcida y estúpida. ¡Dios! Cómo voy a poder vivir aquí, ¡si mi propia madre me miente! ... Me enseñaste a no mentir, a decir siempre la verdad aunque doliese, y ahora eres tú la que me miente. Hasta mañana- Entré en mi habitación y empecé a llorar.
Mi madre, mi propia madre me había mentido. Y semejante mentira, que estaba con otra. ¿En qué cabeza cabe eso? ¡Dios!
Estaba perdiendo la cabeza, empecé a gritar y rompí todos los cuadros que habían colgados de la pared. Incluso llegué a romper uno de Sara, pero cuando me di cuenta de que salía ella en ese cuadro, me arrodillé y rompí a llorar, otra vez.
Alguien interrumpió mis llantos tocando a la puerta. Me levanté tan rápido como pude y me sequé las lágrimas. Me tumbé en la cama después de haber abierto la puerta sin ni si quiera mirar quién era.
-¿Me dejas pasar?
-Ya lo has hecho. ¿Qué quieres?
-Solo quería saber si estabas bien. - Me giré y le miré a los ojos.
-Mi padre está en la cárcel, y tú crees que ese es motivo para estar feliz, ¿no? ¡Me quiero morir! Odio mi vida, Aitor, ¿por qué me pasa todo a mi? , ¡joder! - Rompí a llorar, otra vez. Aitor se iba acercando más y más con sigilo a mi cama.
-Lo siento, Paula ... No sé qué decir.
-No digas nada, yo tampoco sabría qué decir. - Me levanté de la cama y lo miré a los ojos. - Perdóname, te pido perdón por todo.
Siempre te hablo mal, no sé apreciar a todas las personas que me quieren. Aunque solo hay una en mi vida que realmente me quiera. Y esa persona eres tú. Y quiero que sepas que te quiero, aunque no lo demuestre nunca. - Me acerqué a sus labios y lo besé. - Te pido perdón por todas las cosas que te he dicho hoy, no sé lo que me pasa, lo siento.
-No me pidas perdón. Entiendo que estés así, tu padre está en la cárcel y tu madre está con otro hombre. Yo también estaría así.
Pero yo te voy a apoyar en todo. En todo. -Se acercó a mi, y me pasó sus brazos por la cintura. - En todo.
-Gracias .- Susurré y apoyé mi cabeza en su hombro.
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Uysh, quería poner alguna cosa más, pero ya han venido a por mi. v,v. A lo mejor lo estoy haciendo muy dramático, y lo siento, pero es como me gustaría hacerla, y espero que os guste.
UN BESO GIGANTEEEEEEEEEEEEEEEEEEE :3

viernes, 6 de mayo de 2011

Capítulo 35, promesas -

Mis ojos se quedaron en blanco, no supe qué decir. Siempre había pensado que su madre se lo había dicho, pero me equivocaba. Y entonces fui yo la que tenía que contárselo todo, bueno, no, todo no.
No era necesario que supiese que su querida hermana se acostó con mi novio, que era una falsa, y que en ese momento estaría fumando o metiéndose cualquier cosa. Movió su pelo rizado de un lado a otro y después dio una palmada. 
-¿Paula? ¿Me vas a decir ya dónde está mi hermana? Quería darle esto por su cumple, pero es que no vino. - Le cayó una lágrima por su preciosa mejilla rosada, suspiró y se secó la mejilla con la manga de su sudadera. 
-Eh, sí. Esto .. - Me encogí de hombros, y me agaché. Intenté ponerme a su altura y después la agarré de los hombros.- No creo que vuelvas a ver a tu hermana, Andrea. - La agarré más fuerte y la acerqué más hacía mi, y la abracé intentando que no se escapara. Pero su fuerza iba acompañada con dolor, rabia, odio, añoranza y asco, consiguió separarse de mi.
Agachó su mirada mientras le caían más de esas pequeñas lágrimas. Se puso las manos en la barriga y suspiró.
-También ha muerto como Sara, ¿verdad? - 
Me levanté lo más rápido que pude e hice gesto de enfado.
-No, no está muerta. Pero no la volverás a ver. -Vacilé - Verás, tu hermana se ha hecho mayor y quiere hacer lo que siempre quiso, ser feliz a su manera. Yo he intentado evitarlo, pero cada vez que le decía algo se enfadaba. Entonces decidí volver, y ella se quedó allí, en Ibiza. [...]
-¿Con quién? ¡La has dejado sola! ¡Eres mala! - De sus ojos solo caían lágrimas y me dolía muchísimo verla así, pero lo tenía que saber.
-Está con unos amigos, tranquila. Estará bien, te lo prometo.
-Laura me prometió que iba a volver a estar conmigo, y que nunca me iba a dejar sola. ¡No me gustan las promesas! La gente las hace nunca las cumple. Y si mi hermana no la ha cumplido, ¡tu serás como ella! [...] Mi mamá me dijo que iba a volver - Rompió a llorar aún mas fuerte . - ¡Me lo prometió! - Cogió su pelota y la estampó contra la pared. Después, echó a correr. Yo no sabía qué hacer, odiaba verla así, pero se lo tenía que decir. 
Me di la vuelta y vi a Aitor apoyado en la puerta de la cocina. 
-¿La hermana de Laura? -
-¿Tú qué crees? ¡Haces unas preguntas más tontas! -Empujé a Aitor para poder entrar a la cocina, y cogí una manzana.
-Yo no he hecho nada para que me trates así. La pequeña tiene razón, si Laura no cumple sus promesas, tú tampoco. Hace unas horas me prometiste que no ibas a tratarme mal, nunca más. -Agachó la cabeza y susurró - Eres igual que Laura. 
Me adelanté a él y lo agarré del brazo.
-¿Qué has dicho? No me compares con Laura, porque sabes que yo no soy así.
-Tus promesas son todo una mentira. Es como si las guardaras en una caja, caja que nunca pensarás en abrirla, como si las sellaras, para no abrirlas nunca. 
-¿Cómo puedes ser tan... tan estúpido? ¡¿Una caja?! ¿A quién se le ocurre decir semejante estupidez?
-A mi y a las personas que sí que cumplen sus promesas. Yo prometí quererte para siempre, y eso haré. Pero lo estás haciendo todo muy difícil, y no puedo, de verdad. ¡No puedo! -
En ese momento se abrió la puerta del salón y salió ese hombre que me tendría que acostumbrar a ver todos los días. 
-Vaya, vaya. ¿Te gustan las discusiones, pequeña? - Dijo con una sonrisa pícara, mientras subía por las escaleras. Me quedé mirando su seboso cuerpo de gordo, y pensé; "¿como podía haber caído tan bajo mi madre?" En ese momento recordé a mi padre, y se me hizo un nudo en la garganta, que en cuestión de segundos se convirtió en odio. Miré la manzana a medio comer y se la lancé a la espalda. El hombre encogió los hombros al sentir el golpe y se giró. Se me escapó una sonrisa, pero al ver su cara volví a mi estado de odio. 
-¿Tienes algún problema? - Le dije sin pensarlo, pensaba discutir con él también si hacía falta, de cualquier cosa. - Mueve tu culo, y sigue subiendo las escaleras, aquí nadie te ha llamado. - E imité su sonrisa de falso. El hombre hizo cara de pocos amigos y se volvió, y siguió subiendo las escaleras. Aitor seguía con su cara de asco mirando como le costaba al hombre subir las escaleras, lo miré por el rabillo del ojo, y sonreí, era perfectamente guapo hasta cuando estaba enfadado. Cogí mi goma del pelo y me hice un moño. Me puse de puntillas para coger mi abrigo, abrí la puerta de la entrada y salí. Necesitaba tomar aire, estaba estresada. El aire me acariciaba el cuello lentamente, cerré los ojos y seguí caminando. Después de unos minutos noté como alguien pasaba sus manos por la cara y después me tapaba los ojos. 
-¿Quién soy? - Soltó una pequeña risa, risa que solo podía ser de una persona. Me llevé las manos a la cara y aparté las suyas. Me di la vuelta y la abracé. - Pensé que no ibas a volver, llevas más de tres meses de viaje ... ¡Ah! por cierto, siento muchísimo lo de tu hermana... -Se me hizo un nudo en la garganta y pensé que iba a romper a llorar, pero pude evitarlo, le sonreí y no dije nada. - ¿Qué tal por Ibiza? Porque has estado allí, ¿no? Me lo dijo Carlos.
-¿Carlos? ¿No está en la cárcel? - 
-Sí, pero fui a visitarlo. Ya sabes, era mi mejor amigo, desde que teníamos tres años. - Puso cara de culpabilidad.
-No, no tranquila. Puedes ir cuando quieras, no te lo impido. ¿Te apetece tomar algo? 
-¡Claro! ¿Vienes a mi casa? Tengo que coger dinero, no esperaba verte. - Y me sonrió. -
¡Ah! Pequeño/a cotilla, seguro que estás deseando saber quién es la chica. Es mi compañera de la universidad, se llama Carmen, su pelo es precioso, es ondulado, castaño y un brillo precioso, me gustaría tenerlo así. Lo mejor son sus ojos, verdes, pero no un verde normal, es brillante, alegre, ¡perfectos! Sus dientes son perfectos, lo que hacen que su sonrisa sea perfecta, y con solo una mirada podría conquistar a cualquier chico. Es una persona admirable, siempre está feliz, es inteligente, amable, simpática... Lo que es raro es que no tiene novio. Bueno, sigo.
-Hace un montón de tiempo que no te veo, ¡ya ni me acordaba de ti! -
-Joder, tía, gracias por olvidarte de mi, ¡eh! -Soltó una de sus risas contagiosas y me sonrió. - Era broma.
-Puf, te tengo que contar de cosas... Mi vida ha dado un vuelco de un día para otro, si te lo cuento vas a decir que no soy la misma. 
-Jo, tía, mi vida no es interesante. No tengo nada para contarte. -Sus ojos se iluminaron y se llenaron de alegría -¡Me gustaría ser tú! 
-No sabes lo que dices, yo no estaría tan segura. Bueno, ¿te cuento? A lo mejor te aburres, es la historia más larga que habrás escuchado jamás. - Bebí un poco de mi refresco y me aclaré la garganta.
-Yo nunca me aburro, ya lo sabes, Paula. 
-Bueno, empiezo. -Cerré los ojos y suspiré. Me era totalmente difícil recordarlo todo, sentía que no podía respirar y ese nudo en mi garganta volvía a aparecer, pero esta vez no se iba. Le conté todo, absolutamente todo, incluyendo las pesadillas y las discusiones sin sentido con Aitor, desde la primera, hasta la última. Cuando empecé a contarle la historia, su cara iba cambiando poco a poco con gestos de pena, sus ojos reflejaban tristeza y se iban llenando de lágrimas al igual que los míos. Me costaba muchísimo hablar ya que a cada palabra que decía se me quebraba la voz y empezaba a llorar, pero después de casi dos horas sentadas, lo conseguí. 
-Dios, Paula... Todo eso era lo último que esperaba que me contases... Pensé que no sería para tanto y que estabas exagerando.
-No, no exageraba. Bueno, Carmen, se ha hecho tarde y Aitor debe estar preocupado. Aunque no creo... En fin. Muchas gracias por escucharme, espero volverte a ver. 
-Claro, te prometo que nos volveremos a ver. -Me dio un abrazo y se fue. 
"Te prometo, te prometo..." Me di cuenta de que Aitor tenía razón, que nunca cumplía mis promesas. Y eso tenía que cambiar. 
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Bueno, creo que se me ha quedado un poco largo este capítulo, y espero que no hayas aburrido leyendo, jajaja :)
Un beso muuuuuuuuuuuuy grande, y gracias por leer mi historia.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Capítulo 34- No todo es para siempre.

Abrí la boca, gota a gota iban cayendo, cada vez llovía menos y las gotas eran más pequeñas. Empapada, intenté levantarme, y me apoyé en el respaldo del banco. Miré el reloj que rodeaba mi muñeca, era tarde, y llevábamos más de una hora bajo la lluvia. Ahora entiendo lo de "El tiempo vuela si pasas el tiempo con la persona que más quieres". Giré la cabeza, miré a Aitor, y acto seguido me senté encima de sus piernas. Mis ojos  y sus ojos intercambiaban las miradas durante Un beso rompió el hielo, dulcemente un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero eso no hizo que se cortara el beso. Agarré su cabeza y lo acerqué más aún. Me alejé un poco.


-¿Vamos a casa de mis padres? ¡Tengo gana de verlos! Los he echado tanto de menos. [...] ¡Quiero abrazarlos! Me muero de ganas- Sonreí y sonrió.
-Vamos. Me gustaría conocer a la madre de mi novia. - Me dio un beso tierno y mojado.
Mi mano y su mano se entrecruzaron. Caminamos hasta llegar a la puerta de mi casa. Suspiré y toqué al timbre. Mi madre no sabía que había llegado ya. Apoyé mi espalda contra la pared, y esperé que abriera la puerta. Después de cinco minutos esperando, se abrió la puerta y tras ella estaba mi madre con una toalla enrollada al cuerpo y otra en el pelo. Se mandó la mano al pecho y la otra a la cara.
-¡Mamá! - Me lancé a ella dispuesta a abrazarla y no soltarla nunca más.- Qué contenta estoy de verte, estás preciosa. Te echaba tanto de menos .. ¡Siento no haber estado aquí contigo todos estos días!- Le di un beso en la mejilla y me aparté. - Mira, él es Aitor. [...] Mi querido Aitor.- Le sonreí.
Mi madre no daba crédito a lo que estaba pasando.
-Encantado de conocerle. Su hija quería volver, y mira, aquí estamos.- Le lanzó una sonrisa a mi madre, que seguía callada. Le fueron cayendo lágrimas por las mejillas y después se las secó. Se acercó hacia mi y me abrazó con cuidado.
-¡Hija mía! ¡Estás empapada! Pasad y tomaros algo calentito.
¿Solo se le ocurrió decir eso? Pensé que era por los nervios y no sabía qué decir. Hasta que hice una pregunta.
-¿Y papá donde está? - Me agarró del brazo y me llevó al baño. - ¿Me quieres contestar? -Cogió una toalla e intentó secarme el pelo.-
No me contestaba. Así que decidí volver a la cocina. Pero me volvió a coger del brazo y me giró rápidamente.
-¿Qué haces mamá? ¿Qué te pas.. - Me quedé callada al ver un hombre bajar por las escaleras. Pero ese hombre no era mi padre, y estaba rojo, y sudado. Bajaba abrochándose la bragueta del pantalón y llevaba una corbata sobre el hombro. Su cara me era familiar, me quedé un rato pensando y después recordé que era el profesor de piano de mi hermana, de Sara - ¿Qué hace este hombre aquí, mamá? ¿Donde está papá?
-Buenas, pequeña, tú debes de ser ... Patricia, ¿no? - Me sonrió, pero esa sonrisa se borró al mirarle con asco y odio.
-Lo único pequeño que hay aquí es esa cosa que has usado con mi madre. Y no, yo no soy Patricia, soy Paula. Me gustaría decir "encantada de conocerte", pero no puedo. - Mi madre me envió una mirada, las típicas miradas que dicen "no seas maleducada, hija" Pero, ¿cómo no serlo? - Me vas a explicar qué hace él aquí, ¿o no? - Vi como Aitor se apoyaba en la puerta de la cocina y después volverse rápidamente.-


-Hija, yo... Pues es que ... Papá se fue con otra chica y ... -
-No, aquí la que se ha ido con otro has sido tú. Pero, ¡por favor! ¿Con el profesor de piano de Sara? No se puede caer más bajo. ¡¿Como te atreves?! - Me empezaron a caer lágrimas, pero de odio, y de recordar a Sara, a mi pequeña Sara. - ¡Contéstame! - El hombre se avergonzó, se puso rojo. Después le dio un beso en la mejilla a mi madre, agachó la cabeza y entró al salón, enchufó la tele y dejó que su cuerpo seboso se dejara caer en el sofá.- Esto es demasiado, vuelvo a casa para estar con mis padres, y me encuentro con este hombre. ¡Tú que siempre me has hablado de tener solo una relación! Pero mira dónde estás! No te reconozco, mamá.
-Hija, lo siento. Las cosas han cambiado y no sentía lo mismo por tu padre. Mario me supo querer, en cambio tu padre cada día estaba peor y no podíamos mirarnos a la cara después de ... Ya sabes.
-No, no sé. Porque no te reconozco. No sé porque ese hombre que ahora está tirado en el sofá no es mi padre. No sé porque yo he venido aquí con unas ganas increíbles de veros. No sé porque no me esperaba ver esto al llegar. No sé porque tú eras mi madre. ¡Eras! Y ahora dime; ¿dónde está papá? ¡Ah!, ¿y con quién está? Sorpréndeme.
-No puedo. No puedes saberlo. -Agachó la cabeza y subió las escaleras.
-¿Cómo que no puedo saber? ¡Si es mi padre! - No me respondió. Abrió la puerta de su cuarto y entró en él.
Me acerqué a la cocina, y estaba Aitor sentado y mirando al suelo. Lo abracé y empecé a llorar.
-Tranquila, Paula. Si se han separado es porque así están mejor, no todo es para siempre, ¿sabes? -Me acarició la mejilla y me secó las lágrimas.
-¿Y lo nuestro es para siempre?  -
-Hasta que la muerte nos separe. [...] Me gustaría ser inmortal para estar siempre contigo. - Me dio un beso que pareció no acabar nunca. Se acercó a mi oído- Te quiero. Y para siempre.
-Eres lo mejor que me ha pasado, y nunca me cansaré de repetirlo. - Silencio. Silencio. Después de unos segundos de silencio el timbre recorrió todo mi sistema auditivo. Me acerqué a la puerta y abrí. - ¿Qué haces aquí? -Parecía más mayor, más madura, pero en tres meses y medio no podía haber cambiado tanto.-
-¿Y tú? ¿Qué haces aquí?
-He vuelto, pequeña - Le sonreí. - ¿Estás sola?
-No, estoy con mis amigas. Estaba jugando, y te he visto entrar con un chico. Pensaba que era Carlos... Pero  no se parecen.
-Se llama Aitor. ¿Querías algo?
-Sí, ¿donde está mi hermana?