viernes, 20 de mayo de 2011

Capítulo 37-

Primerísimo de todo, quiero pediros un favor, GRANDÍSIMO FAVOR, que sería muy importante para mi, y os lo agradecería toda mi vida, en serio. ¿Os podéis en ésta página; http://www.facebook.com/Licor43oficial , y en el muro he dejado un comentario, mi nombre es SHIRLEY ORTIZ, le podríais dar a ME GUSTA? 
Creo que así podré ganar ese concurso, pero no estoy segura de ello porque creo que no pueden participar menores de 18, y es una INJUSTICIA. Bueno, después de todo este rollo, empezaré con el siguiente capítulo.
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Nos tumbamos en la cama y acto seguido nos quedamos dormidos. Pecho con pecho, nariz con nariz, palma con palma. El despertador interrumpió mi pesadilla, 
no te voy a decir de qué iba, porque me repetiría mucho, tú y yo sabemos quién salía en esa pesadilla. Me levanté rápidamente de la cama, me acerqué a la ventana y corrí las cortinas. Los rayos del sol me deslumbraron e hicieron que no viera nada durante unos segundos. Miré mi reloj, las once de la mañana. Estiré los brazos y me senté en el puff que tanto insistí de pequeña que me lo compraran. Apoyé la cabeza en la ventana y me quedé embobada mirando el vecindario. De repente, algo interrumpió mis pensamientos. Andrea, la hermana de Laura, lanzó una pelota hacia mi ventana. Creí que llevaba un buen rato llamándome. 
-¿Qué haces, Andrea? Podrías haberme dado en la cara.
-Eso quería. -Decía mientras estiraba el cuello para verme mejor. - ¿Cuando va a volver mi hermana?
-Otra vez .. -Susurré. - ¿Por qué no se lo preguntas a tu madre, y dejas de molestarme, pequeña? 
-¡Que ya no soy pequeña! Además, mi mamá dice que me lo tienes que decir tú. ¡Y yo lo quiero saber ya!
-Ya te he dicho que no va a volver nunca más. - Me levanté del puff y cerré la ventana. Me quedé apoyada en el cristal y vi como Andrea se desplomaba al suelo y empezaba a llorar. Me dio exactamente igual, empezaba a cansarme de ella. Me giré dispuesta a entrar en el baño y lavarme la cara.
-¿Con quién hablas? -
-¡Ah! Joder, Aitor, ya te vale. Me has dado un susto de muerte. -Intenté esquivarle, pero se opuso a ello. - Está bien, estaba hablando con Andrea, la hermana pequeña de Laura. 
-¿Por qué no le dices la verdad de una vez? - Dijo agarrándome de la cintura.
-No puedo. Déjame. Después de todo, su madre ya lo sabe, que se ocupe ella de contárselo a Andrea. -Dije apartando sus manos de mi cuerpo.
-Haz lo que quieras. -Se apartó de mi camino y entró rápidamente al baño.
-¡Aitor! -Me quejé- ¡Que iba yo! - Golpeé la puerta, pero no la abrió. En ocasiones me parecía un completo mañaco.- Va, abre. 
Después de cinco minutos me harté de gritar, y decidí desayunar primero.
Pero el apetito se me fue cuando, al pasar por la habitación de mi madre, vi a Mario cambiarse de ropa, completamente desnudo y a mi madre mirándolo con travesía desde la cama. Ahora que lo pienso, no creo que estuviese cambiándose de ropa. Me entraron ganas de vomitar, me daba asco verlo. 
Oí como la puerta del baño se abrió sigilosamente. Eché a correr y entré antes de que Aitor pudiera cerrarme la puerta. Lo empujé para que saliera y le cerré la puerta en sus narices. 
-Luego el mañaco soy yo. - Le escuché decir al otro lado de la puerta.-
Apoyé la espalda en la puerta y suspiré. Aitor tenía razón, debería decirle a Andrea que .. debía decir la verdad. Pero no era capaz de hacerlo. 
Mi cuerpo se desplomó en el suelo y los recuerdos empezaron a invadir mis pensamientos. Laura había hecho mucho por mi, pero también me había hecho mucho daño. Había jodido mi vida entera, pensé que era una amiga de verdad, de esas que nunca te abandonan, de esas que siempre quieren lo mejor para ti y te dicen la verdad aunque sea lo peor. De esas que  nunca te fallarían. 
Estaba muy equivocada al pensar que Laura podría ser una de esas amigas. 
Después de tanto, me duele más que nunca. Porque no la volveré a ver. 
Maldigo ese día, en el que se me ocurrió que podría conseguir que Laura volviera a casa conmigo. Todo pasó cuando las niñas de la playa jugaban con el balón, ¿te acuerdas de eso? Porque no te lo conté entero, esperé a llegar hasta aquí y poder contártelo más detenidamente. Me levanté de la arena y sin  saber donde iba, cuando me di cuenta estaba frente al local de Laura y sus "amigos". Me quedé mirando por la ventana, no me atrevía a entrar. Después de cinco minutos. Alguien salió del local, me asomé para ver quién era. Me escondí detrás de una pared y escuché.
-¡Si te vas, no vuelvas! ¡No vuelvas! -Gritó un chico, no pude ver quién era. Pero sí pude ver quién salía de allí. 
Crucé la carretera y le agarré del brazo.
-Laura, Laura, ¿estás bien? -Dije entre sollozos.
-Déjame. ¡Déjame! ¿A qué has venido? ¡Suéltame!
-Vamos, Laura, tranquilízate. Solo quiero ayudarte. Quiero que vuelvas a casa, conmigo, con tu madre ... Con Andrea.
Laura paró en seco, se le quedaron los ojos en blanco mientras las lágrimas le rozaban las mejillas. "Andrea" susurró. Hizo un movimiento brusco con el brazo y me apartó de su camino. Empezó a correr. Me fijé en una marca que llevaba en el brazo. Un color rojizo, medio lila marcaba su brazo y le sangraban los dedos. Sus pies cansados corrían con dificultad, parecían cansados. Laura se dio por vencida y paró un segundo. Después dio media vuelta y me miró. Se acercó a mi y me dijo;
-Mira lo que me han hecho. Estoy destrozada. No puedo seguir viviendo. -Dijo entre llantos.
-Laura, cariño, no digas eso. -Le acaricié la cara.- Dame la mano, puedo ayudarte y podrás volver a tu casa. Con Andrea.
-¡Que no me toques! He pasado todo esto por tu culpa. ¡Mírame! -Siguió corriendo. Esta vez con ganas y no podía alcanzarla. 
Corrió lo que más pudo, y yo iba tras ella. Al fin se paró. Sin darme cuenta estábamos muy lejos de la playa. Habíamos cruzado el bosque, estábamos en lo más alto de aquella montaña. Estaba tan concentrada en Laura, que no me di cuenta a donde se dirigía. 
-Laura, ¿qué estás haciendo? No te atrevas a dar otro paso. -Levanté una mano para agarrarla, pero se alejaba cada vez más. 
-No te acerques. Pensaba que eras mi amiga. Me has dejado sola, y me has fallado. No pensé que..
-Venga, va. Ahora no vengas de víctima, Laura. Todo el mundo sabe que la amiga falsa eres tú. Ahora no hagas tonterías, y baja, por favor. 
-¿Por qué tendría que hacerlo? ¿Por ti? -
-Por tu hermana, por Andrea. -
-Siempre tienes que ponerla por en medio. ¡Déjala en paz! No es mi culpa que tu ya no tengas hermana, y, como ya te dije; me alegro por ello.-
Empezaba a cansarme de sus comentarios, yo solo quería ayudarla y empezar de cero, pero no me dejaba. Entonces decidí subir y la cogí de la mano.
-Estoy harta de tus comentarios sobre mi hermana. ¿Y sabes qué? ¡Ojalá se muera tu hermana!
-¡Que no metas a mi hermana en esto! -Me soltó la mano y se deslizó dispuesta a tirarse.
-¡Laura espera! ¡No lo hagas! 
-No me vas a decir lo que puedo hacer o no. ¡No eres nadie para hacerlo!
Mis gritos no sirvieron para nada, Laura había subido hasta allí para tirarse y nadie se lo iba a impedir. Mi corazón dio un vuelco al ver como caía y su cuerpo  
se daba golpes contra las rocas. Pasé más de una hora viendo su cuerpo herido y muerto. Pálido e indefenso.



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