martes, 11 de octubre de 2011

Es hora de empezar a andar, se acabaron las lágrimas.

Es simple, ayer, hoy, mañana; pasado, presente y futuro.
¿Hola? ¿Pretendes joderme el futuro? Ya me jodiste el pasado, y he tenido que arrastrar con eso mucho, muchísimo tiempo y, no lo puedo borrar, y mucho menos olvidar. Sería una misión suicida. Aunque para ti sería mejor así. Y, no sabes lo que has hecho. Te vas a arrepentir de haber hecho tal cosa. Porque, quiero que sepas que, tienes en frente, a la peor enemiga que te vas a encontrar en tu vida.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Hoy mañana será ayer.


¿Para qué te vas a parar a mirar el pasado? Si ya no volverá. ¿De qué sirve sinceramente lamentarte por algo que has hecho ya y no tiene solución alguna? Me gustaría saber por qué tanta gente mira hacia atrás y se lamenta, o ¿por qué mirar hacia el futuro si todavía no ha llegado? Ya llegará en un momento u otro,por ejemplo: hoy puede ser el mañana que ayer temías, y seguramente lo pintabas mucho peor de lo que es ahora. A todo esto lo único que quería decir es que vivas el presente ya que es lo que estás viviendo en este mismo instante y lo único que debería preocuparte.

Welcome to my life.



Ya nada es igual, ni inocentes miradas ni cosas similares. Ahora solo veo gente impregnada de ganas de joder, lucirse, ser el centro de atención cueste lo que cueste, ¿todo eso para qué? puedes tener más de un millón de amigos; ¿de verdad? no, como mucho dos, tres, uno o quizás ninguno. Pero claro, ¿qué importa? Parece ser que no se dan cuenta de que cuando haga falta algo más que un simple "amigo" para echarse unas risas nadie va estar cerca cuando haga más falta que nunca. Por desgracia para ti, yo tengo eso que tú llamas a cualquier persona que hayas visto por la calle. Sí, eso, amigo, pero no sólo uno.







Sólo me queda decir que son un jodido enjambre de subnormales, sí, eso, subnormales. Pero que son muy grandes, joder.

viernes, 23 de septiembre de 2011

C45, Eh, Sara, duele más tu ausencia que las balas del infierno.



Caminaba a paso ligero para intentar no mojarme más de lo que estaba, las botas salpicaban en los charcos cada vez con más frecuencia. La lluvia apenas me dejaba ver. Chocaba brazo con brazo con el resto de personas que parecían tener prisa de llegar a sus casas o a algún otro lugar. Mientras cruzaba la carretera para intentar pasar a la otra calle sin pisar charchos, un coche pasó a la velocidad de la luz mojándome de arriba a bajo.

En un segundo me vinieron miles de imagenes de Sara el día en que .. en su último día. Sara abrazando a su amiga. Sara cruzando la carretera con una sonrisa de oreja a oreja, que fue disminuyendo cuando se giró para ver al coche que se iba aproximando a ella sin poder hacer nada. <<Tranquila>> Sara deslizándose por el capó del coche.<<Respira>> El cuerpo de Sara tirado en el suelo y sangre fluyendo por sus mejillas, a la vez que su pelo se empapaba de la misma. <<Tranquila>>

Mis manos agarrándo su diminuta cabeza que chorreaba sangre sin parar. <<Respira>> Sus ojos azules, muertos, mirando al cielo. Sus labios secos con sangre por al rededor. <<Eh, no llores>>. Mi grito mudo hacia la injusticia. "Eh, respira, respira, respira, respóndeme, Sara ¡Sara! No me dejes sola, por favor." Mis lágrimas chorreando rabia. Mi voz pidiendo su muerte por la mía. Mis ojos mirando al cielo, implorando un tiempo muerto al dueño del universo para que escuche mis súplicas de dolor. <<Respira>> Mis manos agarrando algo que ya no tenía vida ... Mi hermana. Mi pequeña Sara. Mi pequeña y preciosa Sara, quiero que sepas que hubiera dado mi vida por morir a tu lado. Extraño tu presencia .. Que tendré que cargar con tu muerte el resto de mi vida, como un bulto que no podré borrar de mi jamás. Ojalá hubiera podido hacer algo. Ojalá. Ojalá todas mis lágrimas hubieran servido para algo. Quién fuera el que está a tu lado ahora mismo para ser feliz. Ojalá estuvieras aquí para abrazarme. Para darme un beso. Para darme algo que nadie, y repito, nadie, podrá darme jamás. Eh, Sara, duele más tu ausencia que las balas del infierno.

I was in tears writing this.
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Bueno, chicas, aquí dejo el último capítulo. Había pensado en hacer muchos más, pero no he visto por donde llevar los siguientes capítulos; más muertes quedarían fatal, y pienso que no puedo pasar del drama al romanticismo, creo que no sería capaz de hacerlo, y el verdadero significado de la novela se quedaría atrás y no sería lo más importante.

En fin, que muchísimas gracias por leerla y haber aguantado todo tipo de eventos y páginas, favores más que nada.

Y otra vez, muchas gracias, de verdad :)

sábado, 17 de septiembre de 2011

C - 44

Después de estar casi una hora sumergida en la bañera, según indicaban las arrugas que empezaron a notarse por mis dedos, reflexioné durante todo ese tiempo sobre lo que me dijo mi padre. 
Si él quería que yo fuese feliz, que no mirase hacia atrás, que viviera la mejor etapa de mi vida, lo haría, si ese era su deseo, estaba dispuesta a hacerlo. Lo haría todo por él. 


Aparté la cortina, puse un pie en el suelo, di un respingo al notar que estaba totalmente congelado. Me incliné para alcanzar una de las miles toallas que había en aquel armario tan grande.
La coloqué alrededor de mi cuerpo y salí del cuarto de baño. 
Abrí la puerta del gigante armario que había comprado Aitor especialmente para mi, y mis vestidos, también comprados por él, en los últimos meses no había parado de comprarme ropa y todo tipo de accesorios. 


Cogí el vestido que primero vi y agarré la caja que había justo de bajo de él. Cada uno de los vestidos llevaba zapatos a juego, al igual que accesorios. El vestido era color verde jade, de palabra de honor, que terminaba justo por arriba de las rodillas,  con un colgante en forma de mariposa que en el centro de ella llevaba una perla del mismo color que el vestido. Los zapatos eran dorados, no muy excesivos, preciosos, con un tacón no muy alto, de unos nueve o diez centímetros. 
Entré de nuevo al baño para rizarme el pelo.
Decidí dejármelo suelto por primera vez. Pensé que sería buena idea. Me maquillé un poco, no muy excesiva, no era una cosa que me gustase mucho. Cogí el bolso que había dejado encima de mi cama, y bajé las escaleras lentamente. 
A cada paso de que daba, los escalones chirriaban, mientras que mis tirabuzones saltaban alegres por encima de mis hombros. 
Vi a Aitor y a Carmen hablar, supuse que de mi. Se dieron la vuelta al oir los escalones. Se les abrieron los ojos como platos al verme, esperaban verme bajar con el pijama puesto y con los ojos hinchados de llorar. Aitor se levantó corriendo del sofá hacia mi, para ayudarme a bajar aquellas escaleras infernales en forma de caracol. Me agarró del brazo y me llevó hacia Carmen. 
-¿Nos vamos? - Dije con una sonrisa en la cara. 
Pusieron los ojos en blanco, y acto seguido fruncieron el ceño. 
Se miraron extrañados. Carmen se aclaró la voz.
-Paula, quizá sea demasiado pronto. - se levantó del sofá lentamente apoyándose del respaldo. 
-Demasiado pronto, ¿para qué? ¿Se ha muerto alguien? -Un escalofrío me recorrió el cuerpo como nunca lo había hecho. 
Hace menos de un año había muerto mi hermana y dentro de poco haría lo mismo mi padre. Una lágrima intentó resbalar por  mi mejilla, pero antes de que lo hiciera me la sequé. - ¿Nos vamos? 
Aitor vaciló por unos minutos, pero al fin decidió agarrarme la mano y llevarme hacia la puerta. Agarré mi abrigo que colgaba del perchero de la entrada y salí dando saltos de allí.
Carmen seguía con el ceño fruncido mirándonos desde el salón.
Aitor volvió a entrar y le dijo algo al oído a Carmen. Ésta sonrió de oreja a oreja. 
-Pensé que me quedaría sola aquí. 
Aitor me hizo señales para que volviera a entrar. Le hice caso y me acerqué a ellos.
-Acompaña a Carmen a que elija un vestido, preciosa. - Me dio un  beso en la frente. 
La miré extrañada. 
-¿Piensas ponerte un vestido? No te he visto nunca con ninguno ..
-Quizá porque nunca hemos ido juntas a ninguna fiesta.  
-Está bien, te acompaño. Pero me voy a quitar estos asquerosos tacones, no puedo subir bien escaleras. - Estallamos en carcajadas y subimos a la habitación. 


 Le abrí el armario y decidí que eligiera. Agarró un vestido color azul eléctrico, también de palabra de honor con unos tacones negros.
-Este es perfecto. - Le sonreí y cerré el armario. - Te arreglaré el pelo, lo llevas hecho un desastre. 
Entró al baño y a los cinco minutos volvió a salir, dio una vuelta y me sonrió. 
-Me encanta. 
La empujé con suavidad para que entrara en el baño. Le planché el pelo, le puse el flequillo hacia atrás. Estaba realmente preciosa.  Le pinté los ojos, que hacían que ese color tan verdoso brillara con tanta intensidad. 
-Gracias, Paula. 
-Gracias a ti por venir hasta Paris. Me hacía falta una amiga de verdad. - Le di un beso en la frente y bajamos al salón. 
Me agaché para coger los tacones que había tirado anteriormente y me los puse con suavidad. 
-Ahora sí que nos podemos ir, chicas. Voy a fardar de tener unas chicas tan preciosas. -
Puse los ojos en blanco. Realmente era tontísimo. 
Salimos de casa y nos metimos en el coche. Hacía mucho frío y estaba nevando. Que ya no era nada raro en Paris. 


No habían muchos sitios abiertos, era navidad, y todo el mundo estaba con su familia. .. Pero la única familia que tenía yo allí era Aitor y Carmen. Al fin, encontramos una discoteca abierta. Había bastante gente. Pensé que yo no era la única que vivía solo con su novio. Bajamos las escaleras agarradas de Aitor, con cuidado de no caernos. Había un grupo de chicas en una esquina del local, apartadas de la multitud que nos miraba con ¿envidia?, otro grupo de amigos en medio de la pista bailando con el resto la gente, un chico que parecía no tener a nadie para estar con él, o tal vez vendía droga, se le veía cara de .. la misma cara de tenían los amigos de Laura. 
Nos dirigimos a la barra esquivando a la gente, agarrados de la mano. Carmen nos seguía agobiada. 
Pedimos un gintonic cada uno. Nos dimos la vuelta a la vez. Le agarré la mano a Carmen 
y salimos a bailar. De vez en cuando miraba de reojo a Aitor, para ver qué 
hacía. Nada en especial. Volví a mirar. Nada en especial. Volví a mirar. Una 
chica se le iba acercando con timidez, miré a su derecha y vi a sus amigas
gritando, ¡tú puedes!. "Genial, ahora me quieren quitar el novio" 
-Espera a que se acerque más a él. - Dijo Carmen con picardía. 
-Está bien. Pero no voy a ser consciente de lo que le haga.
Hacía un buen rato que un chico miraba disimuladamente a Carmen. Al fin
decidió acercarse a ella y bailar. Carmen le agarró la mano cuando se la ofreció.
Y se la llevó. 
La chica se fue acercando más hasta estar a su lado. Aitor la miró extrañado.
Era bajita, rubia de bote y con un vestido fucsia. Con unos tacones más 
altos que su cabeza. Caminaba tropezando con cualquier cosa, borracha. De los 
ojos le resaltaban pegotes de rimel, iba excesivamente pintada, realmente daba
pena mirarla. 
Aitor se dio la vuelta hacia la barra y pidió otro gintonic. La rubia le dijo algo
al oído. Aitor se separó unos centímetros de ella y le dio la espalda.
 La chica se dio la vuelta y miró a sus amigas que se reían de ella. Se puso seria y le agarró del brazo. Le dio la vuelta, lo agarró por el cuello y lo besó poniéndose de puntillas. Aitor la empujó y la apartó de él. Miré a las chicas que se descojonaban de su amiga. Ésta se colgó del cuello de Aitor e intentó besarle el cuello. Restregó su cuerpo enano en él y lo agarró de la cintura. Aitor intentaba apartarse, pero no lo dejaba. Me acerqué con vacilación a ellos. 
-Pones otro de tus horrosos morros en la cara de mi novio y te arranco ese pelo que llevas, guapa. -Le guiñé un ojo. Giré la cara para ver a sus amigas que me miraban serias. Eran todas iguales, con el mismo color de pelo, con vestidos de colores .. feos. Unas más altas que otras, pero iguales. Dejaron el vaso en la mesa y cruzaron los brazos todas a la vez, todas menos una, que miraba con recelo. Volví la mirada a la rubia de bote. La miré de arriba a bajo con asco. 
-Cariño, no te mereces a esta, mírame, soy perfecta para ti. - Resbaló su mano por el brazo de Aitor hasta parar en su mano y columpiarse en ella. 
El odio empezaba a apoderarse de mi. Aitor sonrió nervioso, le soltó la mano y se la restregó por el pantalón. 
Apoyé mi vaso en la barra bruscamente con la intención de hacerlo explotar, intento fallido. Cogí a Aitor de la mano y me dirigí hacia donde estaba Carmen con su chico perfecto. 
-¿Interrumpo? - 
Carmen me miró dos veces distraída. 
-No claro, dime. 
-Nos vamos. - La rabia recorría mi cuerpo cogida de la mano de los constantes escalofríos. Quizá el comienzo de mi nueva etapa no era especialmente para haberla empezado aquél día. 




       La lluvia caía sobre mi pelo y empapaba mi abrigo. Era una noche de primavera bastante fría, tenía la cara congelada. Caminaba bajo la Torre Eiffel mientras recordaba la noche en la que Carmen volvió a su casa. 
Estábamos frente a la estufa, sentados en el sofá mientras veíamos una película. El teléfono interrumpió uno de los momentos más emocionantes de la "peli". Me levanté con cuidado de no despertar a Aitor y caminé  de espaldas al teléfono para prestar atención a lo que decía Jackson, el "prota" de la película. 
Contesté sin prestar demasiada atención al que estaba a la otra línea telefónica. 
-¿Hija? [...] Hija, contesta, por favor. -Dijo una mujer sollozando, me di cuenta de que era mi madre. 
-Mamá ... ¿Qué quieres? - Bajé la mirada, supuse que quería hablar de mi padre.
-Paula, cariño. Sabes que a tu padre le quedaban meses de vida, tenía cáncer y ..
-Que se ha muerto ya, ¿no? -El corazón me latía a mil por hora.
-Sí. -Lo dijo en seco. No añadió nada más. Ni un lo siento. Nada. Noté como el corazón paraba de latir y daba un vuelco. 


Carmen me abrazó al ver que empezaban a caerme lágrimas de los ojos. El corazón siguió latiendo lentamente. Colgué sin decirle nada a mi madre. Aunque ella tampoco lo había intentado. Me sequé las lágrimas y recordé las palabras de mi padre; "se feliz, vive la mejor etapa de tu vida como quieras y no mires al pasado" Suspiré... Suspiré. 


Empecé a caminar y me apoyé en el sofá. Me senté en él y seguí viendo la película. Carmen me miraba extrañada. <<Tranquila>> Con una incógnita en su cara. <<Respira>> Se acercó a mi. <<Relájate>>Subió las dos piernas al sofá y siguió observándome hasta llegar al punto en que no pude más y rompí a llorar. <<No llores>> 


 -Tranquila, Paula .. - No podía respirar, las lágrimas me estaban ahogando . - Respira .. Relájate .. No llores.
-¡Joder! ¡Mi padre no entiende que yo no puedo vivir la mejor etapa de mi vida sin él!
-Lo sé, lo sabe. Pero no quiere que llores, Paula. Venga, tranquilízate.
En la garganta un nudo hacía que no pudiese respirar, me ahogaban las lágrimas. - ¡Paula! ¡Paula! - Los gritos de Carmen me alteraban aún más, me soltó la mano y se giró. - ¡Aitor, despierta!
-¿Paula? ¿Por qué lloras? Eh, respira, tranquila, Paula. -Aitor me miraba desconecertado, no sabía qué hacer. 


Me llevó en brazos y subió las escaleras. Seguía sin poder respirar, el corazón se aceleraba más y más. Sentía como las mejillas se me llenaban de fuego por dentro quemando hasta la última de mis terminaciones. Cerré los ojos intentando tranquilizarme. <<Tranquila, tranquila, respira, respira>>
Un chorro de agua helada recorrió mi cuerpo en menos de un segundo. Abrí los ojos y vi a Aitor apuntándome con la manguera de la ducha sofocado y a Carmen mirándonos desde la puerta con los brazos cruzados. Tosí al haber tragado agua y me levanté. 
-Ya .. Creo que ya puedo respirar. Estoy mejor .. -
Abracé a Aitor empapándolo de arriba a bajo, mientras Carmen estiraba su brazo para ofrecerme una toalla. Salí de la ducha y me senté en el váter enrrollada con la toalla. Miraba fíjamente al espejo, donde estaba reflejada, mis ojos estaban hinchados y las mejillas las tenía rojas. Aitor me levantó y me llevó a la habitación, le dijo a Carmen que esperara en el salón. 
Me quitó la ropa y me puso una camiseta blanca y unos pantalones negros. 
Bajamos lentamente por las escaleras con precaución de no caerme. 
Carmen se sorprendió al verme con aquél aspecto e hizo una mueca. Se levantó del sofá y le dijo a Aitor que la acompañase a la cocina. 
Me senté en la primera silla que había mientras las gotas florecián de entre mis ojos. Esperé a que volvieran de la cocina unos cinco minutos. 
-Paula, Carmen tiene que volver a casa ..
Di un respingo, pero no dije nada. 
La miré a los ojos con tristeza, me levanté agitada y la abracé.
-Muchas gracias por haber venido, Carmen. Te quiero mucho y ojalá no te hubiera rechazado cuando intentaste ser mi amiga. Te quiero, de verdad.  - Le di un beso en la mejilla y me separé de ella. - ¿Cuando te vas? [...]
-A las diez y cuarto sale el avión .. - Bajó la mirada entristecida y vi como poco a poco salían lágrimas y se resbalaban por sus mejillas. - Te echaré de menos , Paula. 
Le sonreí, pero no dije nada. 


  Subimos a la habitación de invitados y la ayudé a meter sus cosas. Estuvimos un rato hablando de todo lo que habíamos hecho en las dos semanas que estuvo con nosotros. Una de risas, otra de lágrimas, otra de silencio, otra de abrazos. Abrió uno de los miles cajones de la habitación y sacó una foto con un marco precioso. Sonrió. 
-¿Me la puedo llevar? -
Le dio la vuelta para que la viera. Sonreí. 


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-Claro que puedes. Es una de las pocas fotos que nos hemos hecho .. Te la regalo. - Hubo unos cuantos minutos de silencio incómodo. - Te voy a echar muchísimo de menos. Sabes que cuando quieras aquí tienes una casa para lo que quieras. 
-Ven a visitarme cuando quieras. Mi madre estará encantada de verte. 


Subimos al coche y nos dirigimos al aeropuerto. Aitor le ayudó con las maletas mientras nosotras caminábamos pisándole los talones riéndonos. Parecía que no iba a volver a llorar en toda la noche, hasta que recordé lo de mi padre, aunque en realidad no me había olvidado, solo evitaba pensar en ello. Rompí a llorar cuando vi a una niña preciosa, que su padre llevaba en las espaldas. Carmen me abrazó. Aitor parecía estar ausente, ya que no había dicho ni una palabra desde que salimos de casa. 
-No llores, Paula ..
<<El avión de las 22.15 está apunto de despegar>>
Carmen cogió sus maletas y me dio un beso en la mejilla. Salió corriendo y subió las escaleras. 
Me di la vuelta y me dirigí al coche. Me quedé sentada en el bordillo de la acera, el cielo empezaba a tronar y las gotas cayeron de una en una hasta caer de millones en millones y se convirtieron en nieve que se quedaba pegada en el suelo. 
Realmente mi vida estaba llena de desgracias. Estaba gafada o algo. No entendía por qué todo eso me pasaba a mi. 
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SIEEEEEEEEENTO MUCHISIMO HABER TARDADO TANTO, pero como eran los últimos días de verano, tenía que disfrutarlos al máximo de todas las formas posibles, he ido escribiendo poco a poco en estos días, pero nunca podía subirlo por cualquier cosa, así que al final se ha quedado super largo e.e
EN FIN.  Espero que hayáis tenido un verano perfecto y que os vaya muy bien este curso. Un beso muy grande; http://anahistorysara.blogspot.com/

sábado, 27 de agosto de 2011

No queremos ser como los demás - *

Ahora se lleva hacerse fotos con la bandera de Londres, comprarse camisetas con la misma, al igual que pintarse las uñas con diez o cinco banderas diferentes donde, cómo no, incluyen la de Londres y EEUU. Ponerse la camiseta por el interior de los pantalones, llevar zapatos que antes llevaban las señoras mayores. Llevar colgado del cuello el símbolo de la paz y en las muñecas llevar millones de pulseras que queden colgando de ellas. Fumar cachimbas y hacerse la guay. Pedirle a tus padres un "Iphone" o una "Black Berry". Comprarte "Ray Ban" o "Carrera". Ir por la calle con cascos de música más grandes que tu cabeza. Solo por ser como los demás, porque no tienes personalidad. Te aseguro que si todo eso no estuviera de moda, y nadie llevara nada de eso, no lo llevarías nunca.






jueves, 18 de agosto de 2011

Llora por mi ahora que puedes; capítulo 43


Estiré el brazo en dirección al teléfono, lo agarré con miedo.
Cerré los ojos y suspiré .. Marqué el número de teléfono que indicaba en la carta y esperé impaciente.
Pi .. Pi .. Pi .. Pi .. /
Después de unos larguísimos segundos conseguí que cogieran el teléfono. Les di el nombre de mi padre y enseguida me pasaron con él.
-¿Papá? ¿Estás bien? - Escuché su respiración, que iba tan lenta como las lágrimas que empezaban a caer por mis mejillas - Pero qué pregunta más tonta .. ¿Cómo ibas a estar bien? ¡Lo siento tantísimo, debí haberme quedado allí [...] No sé cómo pude ..
-Hija, no te preocupes, de verdad. No es culpa tuya, sabes que todo el mundo vive para morir. Es simple, mi destino era este. Tarde o temprano tendría que haber ocurrido. Cuando eras pequeña te hablé mucho sobre este momento. ¿Recuerdas?
Te dije que si yo moría que no lloraras por mí cuando estuviese muerto, que no me llevases flores a mi tumba, dámelas ahora que puedes. ¿Para qué quiere la gente llevar flores a una tumba que ni siente ni respira? Tampoco te pido que me metas en una de esas cajas de madera. -Hizo una pausa cuando se le cortó la voz, suspiró y siguió al ver que no decía nada. - Quemarme y tirarme al mar. -Solté un respingo y después de llorar en silencio durante su discurso, el llanto empezó a escucharse en la otra línea telefónica- Llora por mí ahora que puedes, dame todos los regalos que quieras. Pero no vengas, no quiero que me veas morir. -
Vi a Aitor acercarse lentamente al sofá y sentarse a mi lado. Cogió mi mano con cuidado y obligó a mi cabeza a descansar sobre su hombro.
-Pero papá ..
-No, hija, no quiero que vengas. Hazme ese último favor.
Aparté el teléfono de mi oreja y dejé que un grito saliera a la velocidad de la luz de las cuerdas vocales. Mis ojos se cerraron con fuerza y las lágrimas que habían quedado atrapadas en ellos, salieron con más rapidez que las anteriores.
Volví a colocar el teléfono en mi oído.
-Te quiero mucho, papá. -Conseguí decir entre sollozos.
-Y yo a ti hija [...] Adiós. - Me dijo antes de colgar el teléfono.
-Adiós. -Dije en un hilo de voz.
La rabia recorrió mi cuerpo en menos de un segundo, el odio se apoderó de mi, lancé el teléfono contra la pared. Subí las piernas al sofá y las abracé con mis brazos. Apoyé en ellas mi cabeza, mientras las lágrimas seguían cayendo de mis ojos, deslizándose por las mejillas hasta llegar al mentón y recorrer mi garganta.


Noté cómo un brazo fino se deslizaba por mi espalda y me abrazaba a la vez que lloraba conmigo. Carmen estaba a mi lado, mientras Aitor miraba al techo desconcertado.
-Yo sé por lo que estás pasando, porque yo también lo pasé. Voy a estar siempre contigo para lo que quieras. Sé que suena muy comprometido, y que nadie lo ha cumplido nunca de verdad. Que a la mínima se olvidan de ti como si nunca hubiera sido tu amiga. - Me dijo mientras levantaba mi cara con su mano, y con la otra acariciaba mi rostro. -
-Parece que estés hablando de Carla ..
-Sí, bueno .. Sabes que me hizo mucho daño. -Hizo una pausa y suspiró. -Cuando mi padre tuvo aquél accidente de coche, me sentía más sola que nunca y Carla .. -Vaciló por un momento y decidió no decir nada.
Nos quedamos en silencio. Se escuchaban mis llantos y los de Carmen, que me acompañaba como si fuera mi sombra.
Ella también vivió ese momento, pero cuando era más pequeña.Tenía quince años. Se sentía sola. Su mejor y única amiga, le dio de lado. Empezó a ir con la chica más popular de clase, ignorando el sufrimiento que estaba viviendo Carmen. Apenas le dirigía la palabra cuando estaba con Dayana, y la miraba con superioridad. Carmen solo tenía el apoyo de su madre, que luchaba por ella cada segundo de su vida. Aunque el dolor se su madre fuera mayor, no lo dejaba notar para poder salir adelante y no derrumbarse como lo estaba haciendo Carmen. [...] Creo que estaréis pensando que por qué no la ayudé yo y le di un hombro para llorar cuando más lo necesitaba.
Carmen tiene un año más que yo, para entonces, yo tenía catorce y no la conocía para nada. Ella repitió curso a causa de la muerte de su padre y fue cuando nos hicimos "amigas". No teníamos ningún tipo de confianza, así que ella no me contó nada de su padre hasta estar en la universidad.
Me dirigí a la cocina a por un vaso de agua. Me lo bebí lentamente, casi sin ganas. Me senté frente a la pecera que teníamos en una diminuta mesa. Observé cómo nadaban de un lado para otro sin cansarse. Sin temerle a la muerte, quizá no saben que existe, y viven sin ningún tipo de preocupación. "Ojalá pudiera ser uno de ellos para vivir como viven ellos. " Pensé.
Me levanté le la silla. Y como si estuviera medio dormida subí las escaleras que dirigían a nuestro cuarto. Entré en el baño y cerré la puerta. La voz de mi padre no paraba de pasar por mi mente una y otra vez. <<No, hija, no quiero que vengas. Hazme ese último favor. >> [...]
Apoyé las manos en el lavabo y me miré al espejo. El rimel se había corrido por mis mejillas. Estaba horrible. El vestido azul celeste que llevaba estaba lleno de lágrimas y manchas negras del rimel. Guié la mirada hacia los tacones y decidí quitármelos.
Me lavé la cara y fui desvistiéndome hasta quedarme totalmente desnuda. Metí un pie en la bañera mientras abría el grifo.
Cerré la cortina que rodeaba la bañera. El agua hirviendo pasaba por mi cuerpo dejándome la piel de gallina. Cerré los ojos y me dejé invadir por mis recuerdos. Por nuestros recuerdos.
Todos y cada uno de ellos me invadían y hacían que me sintiera mal. Él siempre había intentado hablar más conmigo, pero yo me sentía atacada, como si fuera a invadir mi intimidad. Siempre quería que le contara todos los novios que había tenido, todo lo que hacía cada día. Cosas de padres, cosas que nunca contabas. Ahora desearía haberle contado todo lo que le oculté, por el único hecho de haber estado más tiempo con él.
No haber desperdiciado mi tiempo en el ordenador o en la tele, mientras que él solo intentaba conocerme más. Saber como era en realidad. Porque nadie es igual con sus amigas que con sus padres. ¿O me equivoco?

jueves, 4 de agosto de 2011

Capítulo 42 - Algo inesperado.

Navidad. El invierno tapó con su increíble nieve todas y cada una de las casa, al igual que las copas de los árboles. Todo era totalmente extraño. La última navidad la había pasado en mi casa, con mi familia, y claramente: con mi hermana. Eso hacía que esta navidad fuera la peor de todas. Acostumbrada a cenar con más de veinte personas en mi casa. Con una mesa gigante y platos variados. Todo eso había dado un cambio radical a una mesa de 50x90cm, y dos simples platos de arroz chino y una vela de adorno.
Mis ojos reflejaban tristeza y añoranza, revolvía la comida con la cuchara como una niña pequeña a la que no le gusta la verdura. Miraba fijamente al plato sin ganas de comer.
-¿Te pasa algo? -Dijo Aitor mientras me agarraba una mano desde la otra punta de la mesa.
Dejé caer la cuchara en la mesa, y aparté mi mano de la suya. Empezaron a caerme lágrimas, ya era normal en mi, el rimel se fue emborronando por mis mejillas. Puse los codos en la mesa y apoyé mi cabeza con mis manos. Las lágrimas caían directamente al plato. Intenté hablar entre sollozos y le miré a los ojos.
-Tú estarás acostumbrado a pasar las navidades lejos de tu familia, pero como puedes ver, yo no. -
-Fuiste tú la que quiso volver. -Murmuró.
-Ya, lo sé. Pero no sabía lo que iba a pasar. Creo que me precipité demasiado ..
-No lo digas. -Se levantó de la mesa echando la silla hacia atrás.
-Aitor, por favor ..
-¡Que no! No pienso volver a caer en otro capricho tuyo. Si quieres volver, vuelve, pero no cuentes conmigo.
-No pensaba hacerlo. - Puso los ojos en blanco y vi como una pequeña lágrima logró salir de su pupila, también vi en el interior de sus ojos cómo se derrumbaba. Me armé de valor y proseguí. - Creo que necesitamos un tiempo.
-¿Un tiempo para qué? Pero si estamos muy bien juntos, Paula .. -Me agarró de las manos e intentó besarme, pero me aparté y le di la espalda.
-Por favor, Aitor ..
En ese mismo momento tocaron al timbre. Sin decir nada fue a la entrada y abrió la puerta.
-Feliz navidad .. - Hizo una pausa prolongada. - Oh, vaya, creo que he venido en mal momento ..
Me asomé para ver quien interrumpía una "cena" de navidad. Allí estaba ella, con un regalo de navidad, diminuto, pero la que sujetaba el regalo era más grande.
-Carmen .. -Dije intentando sonreír y secarme las lágrimas, pero la tristeza volvió a invadir mi cuerpo y romí a llorar. Me abalancé sobre ella y la abracé.
-Eh, Paula .. -Dijo mientras intentaba librarse de mis brazos. - Tengo que darte una cosa.
-¿El regalo? No importa, tú serás mi regalo de navidad. -Le sonreír de forma forzada, mostrando mis dientes.
-Vale .. Pero abre primero esto, no es mío. - Dijo sin mostrar ningún entusiasmo por verme. No sonreía, parecía estar triste.
Giré la cabeza para ver a Aitor. Pero no estaba. Me di la vuelta y lo vi sentado en el sillón del salón mientras miraba al techo y le caían lágrimas lentamente. Agarré el regalo de .. el regalo que me había traído Carmen, pero que no era suyo.
-Espero que sea un móvil o algo parecido, porque perdí el mío cerca de la torre Eiffel. -Miré la cara de Carmen, que no cambiaba de posición desde que había llegado. Sus ojos se clavaron en el regalo y no dirigía palabra. - ¿Qué es esto? - Tenía en mis manos un marco, con una foto. y por las esquinas sobresalía un papel; una carta.



-Esta foto .. ¿te la dio mi padre? -Carmen, sin decir nada, asintió. Sonreí al recordar aquél día. -Esta foto la hizo mi madre cuando fuimos a Andalucía..Es preciosa. -Sonreí con más fuerza y noté como el brilló de mis ojos parecía por arte de magia. 
-Coge la carta. -Dijo señalándome la hoja. -Es de tu padre ..
-Pero Carmen, ¿qué te pasa? -Carmen ignoró mi comentario y sacó la carta del marco. 
-Toma, léela. - Le hice una mueca al ver que pasaba de mi. 
Entrecerré los ojos para intentar leer la carta. La vista empezaba a fallarme ..
Paula, lamento no haber podido contactar contigo antes, me parece que has perdido tu teléfono, como de costumbre .. No me extraña nada, ¿sabes? Bueno, quiero que sepas que nunca te voy a olvidar, eres la única hija que me queda. No sé cómo decirte esto .. No creo que volvamos a vernos .. 
Eh, el otro día en el reconocimiento médico, me dijeron que tengo una enfermedad en el pulmón [...]
Cáncer. Tu madre ya me avisó de que fumar era malo, pero no tenía manera de dejarlo .. Espero que tú nunca tomes ese camino. Dicen que me queda poco tiempo. Que debí haber ido al médico, que ahora no pueden hacer nada .. Lamento decirte esto en una simple carta, pero no hay manera de comunicarme contigo, cuando puedas llámame; 947892145 Es el número del hospital.
Ah, por cierto, ni una palabra a tu madre, ¡eh! Quiero morir tranquilo. 
Te quiero, Paula; espero que te guste la foto y el marco. 
Varias lágrimas, ya secas, emborronaban algunas palabras, pero era legible. 
 Hasta que de mis ojos, comenzaron a salir más y más lágrimas. Me di la vuelta y vi a Aitor apoyado en el respaldo del sofá mirándome con curiosidad. 
El corazón me dio un vuelco y noté una punzada en el estómago.
Dejé caer la carta al suelo y me acerqué a Aitor, lo abracé durante varios minutos. No podía ser cierto. ¿Era una broma? No. Me aparté de sus brazos y di media vuelta. Miré a Carmen, que aún seguía cabizbaja mirando la foto.
Entre sollozos conseguí hablarle.
-Esto .. ¿Esto te lo dio mi padre? ¿Cómo está? 
-Lo siento, Paula .. - Dijo sentándose en una silla de la tantas que habían. - Mi madre me dijo que fuera a ver a tu padre, unos amigos de mi padre se enteraron de su enfermedad. Fui al hospital super nerviosa.. Estaba sentado en la cama con la mirada perdida. 
-¿Puedo entrar?
-Claro, pasa. Tú debes de ser Carmen, ¿verdad? - Me dijo sin apartar la mirada de mis ojos.
-Sí, mi padre me dijo que ..
-Quiero que le lleves esto a Paula. 
-Pero, señor .. Paula está en París, ¿no?
-Te pagaré lo que haga falta, pero te pido por favor que le des esto. - Me agarró las manos y con la otra me entregó el cuadro y la carta. - ¿Podrías envolverlo?
-Claro .. Faltaría más ..
-Ahora, me gustaría quedarme solo. Quiero morir tranquilo. - Suspiró mientras le caía una lágrima del ojo. - Dile que la quiero mucho. 
-Paula, dice que te quiere. Mucho. No quiere que estés mal. Me dijo que vivas tu vida. Que no te derrumbes ahora. Que estás en la mejor etapa de tu vida. -Me acarició el rostro y me dio un beso en la frente. 
Me dejé caer en el sofá. "Pues para ser la mejor etapa de mi vida no para de morirse gente en esta mierda de etapa"





domingo, 24 de julio de 2011

Capítulo 41- I don't want this moment.

"I don't want this moment, to ever end. Where every thing's nothing, without you.

I wait here forever just to, to see you smile; cause it's true.
I am nothing without you. Through it all I've made my mistakes.

I'll stumble and fall, but I mean these words.
I want you to know with everything, I won't let this go. These words are my heart and soul. And I'll hold on to this moment you know. As I bleed my heart out to show, and I won't let go."
And I won't let go [...] Pienso que ya es demasiado tarde, "no te dejaré ir", lo he hecho. Te he dejado ir. Esas tardes contigo, tardes locas en tu habitación, escuchando esa estúpida canción, que me sé cada una de las palabras que la componen. Suena increíble, totalmente imposible, pero sí, me la sé, y tú también te la sabrías si la hubieras cantado con tu mejor amiga. Imaginatelo, tú y ella, en su habitación, saltando encima de la cama, escuchando y cantando esa canción. Acabábamos llorando, abrazadas, sin ningún motivo alguno. Escúchala muchas veces, lee la traducción, es preciosa, me encanta. Me encanta Sum 41, ¿y qué? Probablemente a ti te guste otro tipo de música, pero a mi eso me da igual. ¡ME ENCANTA SUM 41! [...] No sé qué mierda estoy haciendo, eso ahora no importa. 
Cogimos un taxi y le dimos la dirección. Estaba impaciente por llegar a la casa de Aitor. Estaríamos más unidos, más solos; con más intimidad. 
Salí del taxi, las nubes empezaban a tapar el cielo dejando caer pequeñas gotas de agua. Cogí mis maletas y las arrastré hasta la puerta como pude. No podía ser cierto lo que veía .. "Tal vez no es ella, es totalmente imposible .." Pensé.
-¿Ainara? ¿Qué haces aquí?
-Te dije que iba a volver, Ángela. - Me daba un abrazo mientras decía aquellas palabras. -
Dejé los ojos en blanco, no sabía qué hacer.
-Me trae todos los días aquí, a esperar que vengas, y no puedo decirle que no .. Pensé que no ibas a volver y ella me decía que no, que ibas a volver. ¡Que nunca la dejarías sola! ¿Que te parece? Te tiene más cariño que a mi. - Dijo entre dientes. 
-Pero, Ainara, cariño .. - Me quedé en blanco. - No sé qué decir. - Me sonrojé. 
-¿Donde estabas? - Me miró con unos ojos llenos de lágrimas que se mojaban cada vez más. 
-He ido a visitar a mi madre. Pero, me parece que fue una mala idea. - Dije mientras miraba a Aitor que se iba acercando con lentitud. 
-Buenas. -Dijo con una sonrisa totalmente falsificada. 
-Él es Aitor, mi novio. - Dije mientras le daba un beso en la mejilla. 
-Encantada. - 
-Bueno, estoy un poco cansada del viaje y tal, así que me voy ya. - Le sonreí y le di un beso en la cabeza a Ainara. 
-Bueno, pues, qué decir. Que gracias por volver, ya no me hará volver más a estas horas por aquí. -Dijo entre risas y acariciándole el pelo a Ainara, que acto seguido le cogió de la mano y la estiró con la intención de volver a casa.
-¡Adiós, Ainara! -Dije moviendo la mano de un lado a otro. 
-Adiós .. - Se dirigió a mi con un hilillo de voz y me abrazó. 
Cerré la puerta de casa y me tiré al sofá. 
-Si crees que voy a estar aguantando a esa niña todos los días, estás muy equivocada. 
-No hace falta que la aguantes. Nadie te lo ha pedido. -Dije con un tono borde. 
Aitor decidió dejar ahí la conversación y se fue a nuestro cuarto. 
Encendí la tele. Era extraño. Siempre que veía la tele estaban dando la misma serie. 
No hace falta que os diga el nombre, creo.  Blair Waldorf y Nate Archibald llevaban toda la vida siendo novios. Llegaron a un punto en el que no podían estar juntos, el uno con el otro. Decidieron separarse. Por un momento, llegué a pensar que Aitor y yo íbamos a acabar igual que ellos. Decidí apagar la tele y centrarme en la nueva vida que me esperaba. Aprendería a valerme por  mi misma. Entré a nuestra habitación, donde se encontraba Aitor, con los ojos cansados, y un tanto arrepentidos. 
-¿Qué te pasa? -Dije con un tono de preocupación.
-Que no sé si todo esto va a salir bien [..] No sé si un día de estos te cansarás de mi y me dejarás con todas mis ilusiones al aire. Que se esfumarán como el humo de aquella chimenea -Dijo mientras señalaba hacia la casa de enfrente. - Júrame que nunca me dejarás solo, júrame que nunca cogerás tus maletas y cerrarás por última vez la puerta con tal fuerza que llegará a volcar mi corazón. - Le empezaron a caer lágrimas lentamente. Las palabras le salían del corazón, mientras yo, me descojonaba por dentro. 
-Júramelo. -Dijo mirándome a los ojos. Sus ojos verdes me miraban con intensidad e hizo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Entonces me di cuenta de que yo también quería pasar el resto de mi vida con él.
-Júrame que nunca vas a dejar de quererme. - Cuando terminé de decir esas palabras me cayó la boca con un beso que no olvidaré en mi vida. - 
-Te lo juro.
-Te lo prometo. -Dije con una sonrisa. 
Nos tumbamos en la cama y sentí su calor, que empezaba a recorrer mi cuerpo lentamente. Sentía su cuerpo dentro del mío. Sentí que el amor de mi vida me estaba haciendo el amor.  

sábado, 2 de julio de 2011

Capítulo 40-

Estuve, exactamente, cuatro días pensando si era o no otro de mis caprichos tontos querer volver a París; resultó que no era una tontería, no aguantaba más tiempo vivir bajo el mismo techo con el "novio" de mi madre.
Hasta el cuarto día, no me atreví a decírselo a Aitor por el miedo a que me dijera que no. Pero él estaba deseando que se lo propusiese.
-Pensé que nunca me lo ibas a decir .. Pensé que no querías dejar a tu padre solo. - Me dijo mientras se sentaba en el sofá. -
-Eh, ya, y no quiero dejarlo solo. - Vacilé por un momento, y suspiré. - En cuanto recoja todas mis cosas, iré a hablar con él, seguro que lo entiende.
-¿Te espero o voy contigo? -Dijo con una mirada dulce y penetrante.
-Claro, así sabrá con quién voy a vivir a partir de ahora. -Le sonreí, le agarré de la mano e hice que se levantara. - Le he contado todo lo que me ha pasado, pero nunca te ha visto. Le gustarás.
Cuando llegamos a la cárcel, el chico me hizo un gesto dirigiéndome hacia la celda de mi padre.
-Oh, qué pena. La moza tiene un mozo. Él nunca te hará lo que te haría yo, nena. - Dijo un viejo verde dirigiéndose a mi desde su celda. Aitor se acercó a la celda del viejo con rabia.
-Dile algo más y te juro que te quito las ganas de vivir. - Dijo agarrándose a los barrotes e intentando introducir la cabeza entre ellos.
-Tranquilo, chico, déjalo, no querrás meterte en un lío. - Le dijo el guardia agarrándole por los brazos.
Aitor hizo un movimiento brusco y se apartó de la celda.
-No tendrías que haberle dicho nada, Aitor .. - Le susurré mientras me agarraba a su brazo.
-¡Paula, hija! Hace unos días que no vienes por aquí. - Me dijo forzando una sonrisa. -
-Papá, lo siento mucho, no he tenido tiempo. Mira él es Aitor. -
Aitor estiró su forzoso brazo entre los barrotes y le dio la mano.
-Encantado de conocerle. -Dijo Aitor aún un poco enfadado por lo ocurrido.
-Igualmente, chico.
-Eh, papá. Hemos venido a despedirnos, sé que no llevo mucho tiempo aquí, pero te juro que no aguanto un día más con ese hombre en casa .. - Dije mientras una lágrima recorría mis mejillas y agachaba la mirada.
-Lo sé, yo tampoco podría. ¿Se va él contigo?
Aitor interrumpió nuestra conversación.
-Sí, puede estar tranquilo, cuidaré de ella tal y como lo haría usted.
-Papá ... Te echaré de menos. -Dije entre llantos. Apoyé la cabeza en los barrotes y me dio un beso en la frente.
-Yo también. Espero verte pronto por aquí. - Me cogió la mano y cuando se paró su mano de la mía, me cerró la mano y la apretó fuerte. - No lo pierdas, llévalo siempre contigo, hija.
-Gracias, papá.- Me di la vuelta e intenté no volverme para verlo por última vez, se me partiría el corazón el verlo ahí, encerrado y solo.
Abrí la mano y vi un precioso collar, con una diminuta piedra preciosa que brillaba tanto como los ojos de Carmen. Había olvidado totalmente que tenía que hablar con ella y despedirme .. Cogí el móvil y marqué su número. Mientras comunicaba, Aitor me cogió de la mano y me dio un beso en la mejilla, que aún seguía húmeda.
-¿Carmen?
-¡Paula, cariño! Siento mucho no haberte llamado, no he tenido tiempo.
-No te preocupes. ¿Puedo verte hoy?
-Eh .. Sí, creo que sí. Dime, ¿a qué hora?
-Si puede ser ahora mismo, mejor. Me voy a las ocho.
-¿Que te vas donde?
-Ven a mi casa, te espero, un beso, Carmen.
Colgué y le di un beso a Aitor.
Y entramos en casa. Dejé mi bolso encima de la mesa y me senté en el sofá.
-¿Tú crees que debo decirle a mi madre que me voy? - Dejé los ojos en blanco. - Aitor, ¿Me estás escuchando?
-Me parece que no hace falta, ya se lo has dicho, de forma indirecta.
-¿Qué dices, Aitor? - Dije dándome la vuelta. Sí, ahí estaba apoyada en la puerta con un estúpido camisón provocativo de color azul claro.
-¿Como que te vas? ¿A donde? ¿Y con el permiso de quién?
-Sí, me voy. A París. ¿Y ahora vienes con "permisos"? Pero, por favor. Mírate, si pareces una puta. Si ahora mismo fuese así por casa, ¿también tendría que pedir permiso? Pf. Mira, "mamá", me voy de aquí quieras o no, no aguanto más. -En ese mismo instante tocaron a la puerta. "Será Carmen" pensé. - Y ahora apártate de la puerta y déjame pasar. - Me acerqué a la puerta y abrí. - ¡Carmen! ¿Cómo estás? - Dije sonriendo.
-Pues muy bien. ¿Tomamos algo? -Dijo invitándome a salir.
-No, entra, está Aitor. - Dije agarrándola de la mano y dirigiéndola al salón.- Aitor, ella es Carmen, mi compañera de la universidad. - Miré a mi madre con desprecio y antes de decirme nada la invité a salir del salón.
Nos sentamos en el sofá y estuvimos casi tres horas hablando, ya eran las cinco y el avión salía a las siete.
-Tía, te voy a echar mucho de menos y espero volverte a ver. 
-Yo también [..] - Dije mientras la abrazaba y acariciaba su espalda - Te quiero. 
-Bueno, Aitor, encantada de conocerte y espero que la cuides como se merece. -Dijo mientras le daba dos besos en las mejillas.
-Igualmente, Carmen. No te preocupes, la cuidaré como se merece. - Me miró a los ojos y me besó. -  ¿Nos vamos?
-Sí. Un momento, voy a por mis maletas y bajo. 
Subí las escaleras lentamente mientras pensaba que sería la última que vería esos estúpidos escalones en los que habíamos vivido tantas caídas mientras íbamos detrás de .. de Sara. Todavía sigo pensando cómo se pudo morir ella y yo no. Una niña, de tan solo cinco años. ¡La vida es injusta! Nuestro paso por la vida es efímera .. Para ser tan corto el tiempo que estamos en ella, creo que prefiero no vivir sin ella. Entré en mi cuarto y cogí las maletas. Y me quedé apoyada en la puerta del cuarto de mi madre. Estaba ahí, sentada, alcancé a oír un llanto acompañado de quejas. 
-Te echaré de menos, hija. Espero que lo que estás haciendo sea lo mejor para ti. - 
Decidí no contestarle y bajé las escaleras y Aitor me ayudó a bajar las maletas. 
-Paula, ¿te importa que os acompañe? 
-Claro que no, pero, ¿luego quien te trae a casa? 
-Llamaré a mi madre, seguro que puede. 
-Entonces vale.  - Dije con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Vamos?
-Claro, vamos. -Cogió una de las maletas y se dirigió al coche con paso lento. 
Descargamos las maletas en el coche y entramos en él. 


Cuando llegamos al aeropuerto la despedida duró una hora, que se me hicieron como minutos.
-Adiós, Paula.
-Siento mucho no haber pasado más tiempo contigo, de verdad. - Me fui separando de ella lentamente mientras Aitor estiraba de mi mano. - ¡Te quiero! 
Subimos al avión después de descargar las maletas. El sueño invadió mi cuerpo y mis párpados caían sobre su mismo peso una y otra vez. Terminé por dejar que descansaran y los cerré. Una pesadilla se adentró en mis sueños, pero no era con Sara. Salía mi madre. En un sitio oscuro, una habitación negra, sin ventanas, totalmente vacía. Arrodillada sobre el propio suelo, apoyando su cabeza contra la pared y las lágrimas invadiendo su rostro cansado. Se dio la vuelta y me vio. Estiró la mano e intentó agarrarme, hasta que al fin, lo consiguió. Me agarraba cada vez más fuerte de la mano, y repetía varias veces "No te vayas" 
Intentaba escapar de sus manos, pero apretaba más y más fuerte. Su cara empezaba a cambiar hasta hacerse más joven. Su rostro se convirtió en el rostro de Sara, que lloraba con más fuerza mientras gritaba; No me dejes sola. No te vayas, Paula. 
Me sobresalté, abrí los ojos con la frente llena de sudor. 
-¿Estás bien? ¿Quieres agua, coca-cola? 
-No, tranquilo, estoy bien. -Dije un tanto consternada y confusa. Intenté dormir de nuevo, pero no lo conseguí, cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Sara aparecía en mi mente. Decidí no dormir y escuchar música, me distraería un buen rato.

jueves, 23 de junio de 2011

Capítulo 39 #2.

Fui tras ella y la acompañé hasta la salida. 
Me quedé observándola desde mi casa mientras tocaba a la puerta de su casa. Su madre tardó unos cinco minutos en abrir, Andrea se sentó y esperó esos cinco minutos, que supongo que se le pasarían como horas. Sin decir una palabra y dejando la mirada perdida entró a su casa cuando le abrieron la puerta ..
Una lágrima cayó y se resbaló por mis mejillas. 
-No llores. -Me dijo susurrándome al oído mientras pasaba sus manos por mi cara, intentando secar mis lágrimas. - Tarde o temprano lo sabría. Y tú has tenido el valor de decirle toda la verdad, en cambio su madre es cobarde, cobarde por no saber afrontar las cosas tal y como son. 
-Aitor, es que no es ella la que tiene que ser valiente. Yo fui la que provocó todo esto, si no me hubiera importado lo de Carlos, todo esto no habría pasado, tal vez, aún seguiría viva. Si no le hubiera quitado todo el dinero [...] Todas sus cosas, tal vez aún estaría viva. Si no la hubiera dejado con Campoy, tal vez aún estaría viva. 
-Claro, y todos los caminos conducen a Roma; al igual que Roma tiene todos los caminos, tú tienes toda la culpa. Si lo miras de esa forma, todo acaba en ti [...]Todos sabemos que no todos los caminos llegan a Roma, al igual que no toda la culpa es tuya. 
Si Laura no te hubiera engañado, si no se hubiera ido con Campoy, si no hubiera hecho todo lo que hizo, tal vez, aún estaría viva. ¿Lo ves? No es tu culpa.
No dije nada, prefería dejar la conversación ahí. No me apetecía discutir, y menos con Aitor. Decidí darme la vuelta y subir a mi cuarto. Me tumbé en la cama pensando en lo que me había dicho Aitor. Realmente tenía razón; si no me hubiera engañado .. aún estaría viva. ¡Ahora que lo pienso! Parece que la haya matado yo: 
"si no me hubiera engañado, aún estaría viva" .. Todo suena mal si lo miras con otros ojos. Todo es tu culpa si lo miras con otros. 
Y todo lo que pasó, no fue mi culpa. Darling, has sido tú, la culpa, ahora, es toda tuya. 
Me levanté de la cama, y bajé las escaleras corriendo. Ahí estaba, en el sofá viendo la tele. Me lancé sobre su cuerpo y lo abracé.
-Gracias. - Le dije acompañando mis palabras con un beso. 
Me cogió de la cintura y me dio un beso aún más largo. Uno de esos besos que siempre has deseado tener, de esos dulces, de los que nunca de aburres, sí, de esos. 
-Buenas tardes, chicos. -Dijo con una sonrisa estúpida. 
Decidí no contestar y levantarme del sofá. Pasé por su lado e hice un gesto de desprecio. El mismo desprecio que empezaba a sentir por mi madre. Choqué mi hombro con su hombro y me abrí paso. Lo único que me faltaba era no tener intimidad en mi propia casa. 

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Lo siento mucho, no puedo continuar, me acaban de hacer el regalo más especial del mundo: Una Panasonic Lumix DMC-FZ28
Ahora sé que todo el esfuerzo que he hecho estudiando, ha valido la pena.


Capítulo 39-

Lo sientoooooooooooooooooooooooooooo! No me acordaba de que no lo había subido al blog :\
Pero bueno, dicen que lo bueno se hace esperar, ¿no? :)
Un beso gigante.
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Entré a mi cuarto y cogí el móvil. Marqué el número de Carmen, mi compañera de clase. Tenía que contarle lo de Laura.
-¿Si? -Preguntó con curiosidad.
-Hola, Carmen .. Soy Paula. ¿Tienes algún plan para hoy? -
-Eh, pues justamente hoy, sí. Había quedado con mi madre, para ir de compras. Pero .. -Vaciló. - Si quieres, puedo ir otro día. Te prometí estar ahí para todo, y eso haré.
-Dios, Carmen, eres muy grande .. Pero, no. No hace falta, ves con tu madre. Ya te contaré cuando puedas.
-Que no, que yo le digo que me ha surgido algo muy importante, y ella lo entiende. -
-Que no hace falta, en serio. Ves con ella. Ya te llamo mañana.
Un beso, fins demà, chica de los ojos verdes. - Y antes de que le diera tiempo a decir nada, le colgué. -
-¿Con quien hablabas? - Aitor pasó sus manos por mis hombros.
-Con una amiga. - Dije secamente.
-Pensé que la única amiga que tenías era Laura.
-Te equivocabas. No soy una antisocial, como tú. - Dije sonriendole.
Aitor dudó unos minutos en preguntarme algo, que no supe hasta que me lo dijo.
-¿Qué tal está tu padre? [...]
-Creo que bien. Se le veía apagado, pero podrá sobrellevarlo.
Me levanté de la silla, y salí de la habitación. Me apoyé en la puerta y lo miré sonriendo. Me di la vuelta y me sobresalté.
"¿Quien le habrá abierto la puerta?"
-¿Qué haces aquí? ¿Por qué no te vas a jugar a mamas y a papas, y me dejas en paz, pequeña? - Hizo gestos de odio, parecía que me iba a pegar por mi comentario.
-No puedo, porque me falta una hermana. - Para ser tan pequeña, conseguía hablar como una persona mayor.- Y tú sabes donde está. Dice mamá que me lo digas, ¡ya!
-Que yo no te voy a decir nada, Andrea. - En ese momento, Aitor pasó delante de mi y me hizo una de sus miradas. Suspiré. - Está bien, te diré donde está.
-Gracias. - Sonrió.
-Está en el cielo, con tus abuelitos. - Le sonreí falsamente.
-Está muerta, ¿verdad? - Dijo con lágrimas apunto de caer sobre sus mejillas. Yo no supe responderle porque me sentía fatal y mis lágrimas inundarían mi cara. Simplemente asentí. -¿Por qué me has hecho creer que iba a volver? Que no estaba muerta .. - Sus lágrimas ya caían por su rosado rostro.
-Lo siento, Andrea. Ahora, si no te importa .. Quiero que te vayas de mi casa.
Se dio la vuelta y bajó las escaleras sin ganas. Sus manos resbalaban por la barandilla y sus pies tropezaban constantemente. Su pelo se pegaba a sus mejillas. Sentí como se podía sentir ella, sentí como me sentí yo, al ver como mi hermana, su amiga, moría delante de mi.