martes, 11 de octubre de 2011

Es hora de empezar a andar, se acabaron las lágrimas.

Es simple, ayer, hoy, mañana; pasado, presente y futuro.
¿Hola? ¿Pretendes joderme el futuro? Ya me jodiste el pasado, y he tenido que arrastrar con eso mucho, muchísimo tiempo y, no lo puedo borrar, y mucho menos olvidar. Sería una misión suicida. Aunque para ti sería mejor así. Y, no sabes lo que has hecho. Te vas a arrepentir de haber hecho tal cosa. Porque, quiero que sepas que, tienes en frente, a la peor enemiga que te vas a encontrar en tu vida.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Hoy mañana será ayer.


¿Para qué te vas a parar a mirar el pasado? Si ya no volverá. ¿De qué sirve sinceramente lamentarte por algo que has hecho ya y no tiene solución alguna? Me gustaría saber por qué tanta gente mira hacia atrás y se lamenta, o ¿por qué mirar hacia el futuro si todavía no ha llegado? Ya llegará en un momento u otro,por ejemplo: hoy puede ser el mañana que ayer temías, y seguramente lo pintabas mucho peor de lo que es ahora. A todo esto lo único que quería decir es que vivas el presente ya que es lo que estás viviendo en este mismo instante y lo único que debería preocuparte.

Welcome to my life.



Ya nada es igual, ni inocentes miradas ni cosas similares. Ahora solo veo gente impregnada de ganas de joder, lucirse, ser el centro de atención cueste lo que cueste, ¿todo eso para qué? puedes tener más de un millón de amigos; ¿de verdad? no, como mucho dos, tres, uno o quizás ninguno. Pero claro, ¿qué importa? Parece ser que no se dan cuenta de que cuando haga falta algo más que un simple "amigo" para echarse unas risas nadie va estar cerca cuando haga más falta que nunca. Por desgracia para ti, yo tengo eso que tú llamas a cualquier persona que hayas visto por la calle. Sí, eso, amigo, pero no sólo uno.







Sólo me queda decir que son un jodido enjambre de subnormales, sí, eso, subnormales. Pero que son muy grandes, joder.

viernes, 23 de septiembre de 2011

C45, Eh, Sara, duele más tu ausencia que las balas del infierno.



Caminaba a paso ligero para intentar no mojarme más de lo que estaba, las botas salpicaban en los charcos cada vez con más frecuencia. La lluvia apenas me dejaba ver. Chocaba brazo con brazo con el resto de personas que parecían tener prisa de llegar a sus casas o a algún otro lugar. Mientras cruzaba la carretera para intentar pasar a la otra calle sin pisar charchos, un coche pasó a la velocidad de la luz mojándome de arriba a bajo.

En un segundo me vinieron miles de imagenes de Sara el día en que .. en su último día. Sara abrazando a su amiga. Sara cruzando la carretera con una sonrisa de oreja a oreja, que fue disminuyendo cuando se giró para ver al coche que se iba aproximando a ella sin poder hacer nada. <<Tranquila>> Sara deslizándose por el capó del coche.<<Respira>> El cuerpo de Sara tirado en el suelo y sangre fluyendo por sus mejillas, a la vez que su pelo se empapaba de la misma. <<Tranquila>>

Mis manos agarrándo su diminuta cabeza que chorreaba sangre sin parar. <<Respira>> Sus ojos azules, muertos, mirando al cielo. Sus labios secos con sangre por al rededor. <<Eh, no llores>>. Mi grito mudo hacia la injusticia. "Eh, respira, respira, respira, respóndeme, Sara ¡Sara! No me dejes sola, por favor." Mis lágrimas chorreando rabia. Mi voz pidiendo su muerte por la mía. Mis ojos mirando al cielo, implorando un tiempo muerto al dueño del universo para que escuche mis súplicas de dolor. <<Respira>> Mis manos agarrando algo que ya no tenía vida ... Mi hermana. Mi pequeña Sara. Mi pequeña y preciosa Sara, quiero que sepas que hubiera dado mi vida por morir a tu lado. Extraño tu presencia .. Que tendré que cargar con tu muerte el resto de mi vida, como un bulto que no podré borrar de mi jamás. Ojalá hubiera podido hacer algo. Ojalá. Ojalá todas mis lágrimas hubieran servido para algo. Quién fuera el que está a tu lado ahora mismo para ser feliz. Ojalá estuvieras aquí para abrazarme. Para darme un beso. Para darme algo que nadie, y repito, nadie, podrá darme jamás. Eh, Sara, duele más tu ausencia que las balas del infierno.

I was in tears writing this.
__________________________________________

Bueno, chicas, aquí dejo el último capítulo. Había pensado en hacer muchos más, pero no he visto por donde llevar los siguientes capítulos; más muertes quedarían fatal, y pienso que no puedo pasar del drama al romanticismo, creo que no sería capaz de hacerlo, y el verdadero significado de la novela se quedaría atrás y no sería lo más importante.

En fin, que muchísimas gracias por leerla y haber aguantado todo tipo de eventos y páginas, favores más que nada.

Y otra vez, muchas gracias, de verdad :)

sábado, 17 de septiembre de 2011

C - 44

Después de estar casi una hora sumergida en la bañera, según indicaban las arrugas que empezaron a notarse por mis dedos, reflexioné durante todo ese tiempo sobre lo que me dijo mi padre. 
Si él quería que yo fuese feliz, que no mirase hacia atrás, que viviera la mejor etapa de mi vida, lo haría, si ese era su deseo, estaba dispuesta a hacerlo. Lo haría todo por él. 


Aparté la cortina, puse un pie en el suelo, di un respingo al notar que estaba totalmente congelado. Me incliné para alcanzar una de las miles toallas que había en aquel armario tan grande.
La coloqué alrededor de mi cuerpo y salí del cuarto de baño. 
Abrí la puerta del gigante armario que había comprado Aitor especialmente para mi, y mis vestidos, también comprados por él, en los últimos meses no había parado de comprarme ropa y todo tipo de accesorios. 


Cogí el vestido que primero vi y agarré la caja que había justo de bajo de él. Cada uno de los vestidos llevaba zapatos a juego, al igual que accesorios. El vestido era color verde jade, de palabra de honor, que terminaba justo por arriba de las rodillas,  con un colgante en forma de mariposa que en el centro de ella llevaba una perla del mismo color que el vestido. Los zapatos eran dorados, no muy excesivos, preciosos, con un tacón no muy alto, de unos nueve o diez centímetros. 
Entré de nuevo al baño para rizarme el pelo.
Decidí dejármelo suelto por primera vez. Pensé que sería buena idea. Me maquillé un poco, no muy excesiva, no era una cosa que me gustase mucho. Cogí el bolso que había dejado encima de mi cama, y bajé las escaleras lentamente. 
A cada paso de que daba, los escalones chirriaban, mientras que mis tirabuzones saltaban alegres por encima de mis hombros. 
Vi a Aitor y a Carmen hablar, supuse que de mi. Se dieron la vuelta al oir los escalones. Se les abrieron los ojos como platos al verme, esperaban verme bajar con el pijama puesto y con los ojos hinchados de llorar. Aitor se levantó corriendo del sofá hacia mi, para ayudarme a bajar aquellas escaleras infernales en forma de caracol. Me agarró del brazo y me llevó hacia Carmen. 
-¿Nos vamos? - Dije con una sonrisa en la cara. 
Pusieron los ojos en blanco, y acto seguido fruncieron el ceño. 
Se miraron extrañados. Carmen se aclaró la voz.
-Paula, quizá sea demasiado pronto. - se levantó del sofá lentamente apoyándose del respaldo. 
-Demasiado pronto, ¿para qué? ¿Se ha muerto alguien? -Un escalofrío me recorrió el cuerpo como nunca lo había hecho. 
Hace menos de un año había muerto mi hermana y dentro de poco haría lo mismo mi padre. Una lágrima intentó resbalar por  mi mejilla, pero antes de que lo hiciera me la sequé. - ¿Nos vamos? 
Aitor vaciló por unos minutos, pero al fin decidió agarrarme la mano y llevarme hacia la puerta. Agarré mi abrigo que colgaba del perchero de la entrada y salí dando saltos de allí.
Carmen seguía con el ceño fruncido mirándonos desde el salón.
Aitor volvió a entrar y le dijo algo al oído a Carmen. Ésta sonrió de oreja a oreja. 
-Pensé que me quedaría sola aquí. 
Aitor me hizo señales para que volviera a entrar. Le hice caso y me acerqué a ellos.
-Acompaña a Carmen a que elija un vestido, preciosa. - Me dio un  beso en la frente. 
La miré extrañada. 
-¿Piensas ponerte un vestido? No te he visto nunca con ninguno ..
-Quizá porque nunca hemos ido juntas a ninguna fiesta.  
-Está bien, te acompaño. Pero me voy a quitar estos asquerosos tacones, no puedo subir bien escaleras. - Estallamos en carcajadas y subimos a la habitación. 


 Le abrí el armario y decidí que eligiera. Agarró un vestido color azul eléctrico, también de palabra de honor con unos tacones negros.
-Este es perfecto. - Le sonreí y cerré el armario. - Te arreglaré el pelo, lo llevas hecho un desastre. 
Entró al baño y a los cinco minutos volvió a salir, dio una vuelta y me sonrió. 
-Me encanta. 
La empujé con suavidad para que entrara en el baño. Le planché el pelo, le puse el flequillo hacia atrás. Estaba realmente preciosa.  Le pinté los ojos, que hacían que ese color tan verdoso brillara con tanta intensidad. 
-Gracias, Paula. 
-Gracias a ti por venir hasta Paris. Me hacía falta una amiga de verdad. - Le di un beso en la frente y bajamos al salón. 
Me agaché para coger los tacones que había tirado anteriormente y me los puse con suavidad. 
-Ahora sí que nos podemos ir, chicas. Voy a fardar de tener unas chicas tan preciosas. -
Puse los ojos en blanco. Realmente era tontísimo. 
Salimos de casa y nos metimos en el coche. Hacía mucho frío y estaba nevando. Que ya no era nada raro en Paris. 


No habían muchos sitios abiertos, era navidad, y todo el mundo estaba con su familia. .. Pero la única familia que tenía yo allí era Aitor y Carmen. Al fin, encontramos una discoteca abierta. Había bastante gente. Pensé que yo no era la única que vivía solo con su novio. Bajamos las escaleras agarradas de Aitor, con cuidado de no caernos. Había un grupo de chicas en una esquina del local, apartadas de la multitud que nos miraba con ¿envidia?, otro grupo de amigos en medio de la pista bailando con el resto la gente, un chico que parecía no tener a nadie para estar con él, o tal vez vendía droga, se le veía cara de .. la misma cara de tenían los amigos de Laura. 
Nos dirigimos a la barra esquivando a la gente, agarrados de la mano. Carmen nos seguía agobiada. 
Pedimos un gintonic cada uno. Nos dimos la vuelta a la vez. Le agarré la mano a Carmen 
y salimos a bailar. De vez en cuando miraba de reojo a Aitor, para ver qué 
hacía. Nada en especial. Volví a mirar. Nada en especial. Volví a mirar. Una 
chica se le iba acercando con timidez, miré a su derecha y vi a sus amigas
gritando, ¡tú puedes!. "Genial, ahora me quieren quitar el novio" 
-Espera a que se acerque más a él. - Dijo Carmen con picardía. 
-Está bien. Pero no voy a ser consciente de lo que le haga.
Hacía un buen rato que un chico miraba disimuladamente a Carmen. Al fin
decidió acercarse a ella y bailar. Carmen le agarró la mano cuando se la ofreció.
Y se la llevó. 
La chica se fue acercando más hasta estar a su lado. Aitor la miró extrañado.
Era bajita, rubia de bote y con un vestido fucsia. Con unos tacones más 
altos que su cabeza. Caminaba tropezando con cualquier cosa, borracha. De los 
ojos le resaltaban pegotes de rimel, iba excesivamente pintada, realmente daba
pena mirarla. 
Aitor se dio la vuelta hacia la barra y pidió otro gintonic. La rubia le dijo algo
al oído. Aitor se separó unos centímetros de ella y le dio la espalda.
 La chica se dio la vuelta y miró a sus amigas que se reían de ella. Se puso seria y le agarró del brazo. Le dio la vuelta, lo agarró por el cuello y lo besó poniéndose de puntillas. Aitor la empujó y la apartó de él. Miré a las chicas que se descojonaban de su amiga. Ésta se colgó del cuello de Aitor e intentó besarle el cuello. Restregó su cuerpo enano en él y lo agarró de la cintura. Aitor intentaba apartarse, pero no lo dejaba. Me acerqué con vacilación a ellos. 
-Pones otro de tus horrosos morros en la cara de mi novio y te arranco ese pelo que llevas, guapa. -Le guiñé un ojo. Giré la cara para ver a sus amigas que me miraban serias. Eran todas iguales, con el mismo color de pelo, con vestidos de colores .. feos. Unas más altas que otras, pero iguales. Dejaron el vaso en la mesa y cruzaron los brazos todas a la vez, todas menos una, que miraba con recelo. Volví la mirada a la rubia de bote. La miré de arriba a bajo con asco. 
-Cariño, no te mereces a esta, mírame, soy perfecta para ti. - Resbaló su mano por el brazo de Aitor hasta parar en su mano y columpiarse en ella. 
El odio empezaba a apoderarse de mi. Aitor sonrió nervioso, le soltó la mano y se la restregó por el pantalón. 
Apoyé mi vaso en la barra bruscamente con la intención de hacerlo explotar, intento fallido. Cogí a Aitor de la mano y me dirigí hacia donde estaba Carmen con su chico perfecto. 
-¿Interrumpo? - 
Carmen me miró dos veces distraída. 
-No claro, dime. 
-Nos vamos. - La rabia recorría mi cuerpo cogida de la mano de los constantes escalofríos. Quizá el comienzo de mi nueva etapa no era especialmente para haberla empezado aquél día. 




       La lluvia caía sobre mi pelo y empapaba mi abrigo. Era una noche de primavera bastante fría, tenía la cara congelada. Caminaba bajo la Torre Eiffel mientras recordaba la noche en la que Carmen volvió a su casa. 
Estábamos frente a la estufa, sentados en el sofá mientras veíamos una película. El teléfono interrumpió uno de los momentos más emocionantes de la "peli". Me levanté con cuidado de no despertar a Aitor y caminé  de espaldas al teléfono para prestar atención a lo que decía Jackson, el "prota" de la película. 
Contesté sin prestar demasiada atención al que estaba a la otra línea telefónica. 
-¿Hija? [...] Hija, contesta, por favor. -Dijo una mujer sollozando, me di cuenta de que era mi madre. 
-Mamá ... ¿Qué quieres? - Bajé la mirada, supuse que quería hablar de mi padre.
-Paula, cariño. Sabes que a tu padre le quedaban meses de vida, tenía cáncer y ..
-Que se ha muerto ya, ¿no? -El corazón me latía a mil por hora.
-Sí. -Lo dijo en seco. No añadió nada más. Ni un lo siento. Nada. Noté como el corazón paraba de latir y daba un vuelco. 


Carmen me abrazó al ver que empezaban a caerme lágrimas de los ojos. El corazón siguió latiendo lentamente. Colgué sin decirle nada a mi madre. Aunque ella tampoco lo había intentado. Me sequé las lágrimas y recordé las palabras de mi padre; "se feliz, vive la mejor etapa de tu vida como quieras y no mires al pasado" Suspiré... Suspiré. 


Empecé a caminar y me apoyé en el sofá. Me senté en él y seguí viendo la película. Carmen me miraba extrañada. <<Tranquila>> Con una incógnita en su cara. <<Respira>> Se acercó a mi. <<Relájate>>Subió las dos piernas al sofá y siguió observándome hasta llegar al punto en que no pude más y rompí a llorar. <<No llores>> 


 -Tranquila, Paula .. - No podía respirar, las lágrimas me estaban ahogando . - Respira .. Relájate .. No llores.
-¡Joder! ¡Mi padre no entiende que yo no puedo vivir la mejor etapa de mi vida sin él!
-Lo sé, lo sabe. Pero no quiere que llores, Paula. Venga, tranquilízate.
En la garganta un nudo hacía que no pudiese respirar, me ahogaban las lágrimas. - ¡Paula! ¡Paula! - Los gritos de Carmen me alteraban aún más, me soltó la mano y se giró. - ¡Aitor, despierta!
-¿Paula? ¿Por qué lloras? Eh, respira, tranquila, Paula. -Aitor me miraba desconecertado, no sabía qué hacer. 


Me llevó en brazos y subió las escaleras. Seguía sin poder respirar, el corazón se aceleraba más y más. Sentía como las mejillas se me llenaban de fuego por dentro quemando hasta la última de mis terminaciones. Cerré los ojos intentando tranquilizarme. <<Tranquila, tranquila, respira, respira>>
Un chorro de agua helada recorrió mi cuerpo en menos de un segundo. Abrí los ojos y vi a Aitor apuntándome con la manguera de la ducha sofocado y a Carmen mirándonos desde la puerta con los brazos cruzados. Tosí al haber tragado agua y me levanté. 
-Ya .. Creo que ya puedo respirar. Estoy mejor .. -
Abracé a Aitor empapándolo de arriba a bajo, mientras Carmen estiraba su brazo para ofrecerme una toalla. Salí de la ducha y me senté en el váter enrrollada con la toalla. Miraba fíjamente al espejo, donde estaba reflejada, mis ojos estaban hinchados y las mejillas las tenía rojas. Aitor me levantó y me llevó a la habitación, le dijo a Carmen que esperara en el salón. 
Me quitó la ropa y me puso una camiseta blanca y unos pantalones negros. 
Bajamos lentamente por las escaleras con precaución de no caerme. 
Carmen se sorprendió al verme con aquél aspecto e hizo una mueca. Se levantó del sofá y le dijo a Aitor que la acompañase a la cocina. 
Me senté en la primera silla que había mientras las gotas florecián de entre mis ojos. Esperé a que volvieran de la cocina unos cinco minutos. 
-Paula, Carmen tiene que volver a casa ..
Di un respingo, pero no dije nada. 
La miré a los ojos con tristeza, me levanté agitada y la abracé.
-Muchas gracias por haber venido, Carmen. Te quiero mucho y ojalá no te hubiera rechazado cuando intentaste ser mi amiga. Te quiero, de verdad.  - Le di un beso en la mejilla y me separé de ella. - ¿Cuando te vas? [...]
-A las diez y cuarto sale el avión .. - Bajó la mirada entristecida y vi como poco a poco salían lágrimas y se resbalaban por sus mejillas. - Te echaré de menos , Paula. 
Le sonreí, pero no dije nada. 


  Subimos a la habitación de invitados y la ayudé a meter sus cosas. Estuvimos un rato hablando de todo lo que habíamos hecho en las dos semanas que estuvo con nosotros. Una de risas, otra de lágrimas, otra de silencio, otra de abrazos. Abrió uno de los miles cajones de la habitación y sacó una foto con un marco precioso. Sonrió. 
-¿Me la puedo llevar? -
Le dio la vuelta para que la viera. Sonreí. 


http://www.tuenti.com/#m=Photo&func=view_photo&collection_key=1-71725546-588900575-71725546-1306598372&s=25




-Claro que puedes. Es una de las pocas fotos que nos hemos hecho .. Te la regalo. - Hubo unos cuantos minutos de silencio incómodo. - Te voy a echar muchísimo de menos. Sabes que cuando quieras aquí tienes una casa para lo que quieras. 
-Ven a visitarme cuando quieras. Mi madre estará encantada de verte. 


Subimos al coche y nos dirigimos al aeropuerto. Aitor le ayudó con las maletas mientras nosotras caminábamos pisándole los talones riéndonos. Parecía que no iba a volver a llorar en toda la noche, hasta que recordé lo de mi padre, aunque en realidad no me había olvidado, solo evitaba pensar en ello. Rompí a llorar cuando vi a una niña preciosa, que su padre llevaba en las espaldas. Carmen me abrazó. Aitor parecía estar ausente, ya que no había dicho ni una palabra desde que salimos de casa. 
-No llores, Paula ..
<<El avión de las 22.15 está apunto de despegar>>
Carmen cogió sus maletas y me dio un beso en la mejilla. Salió corriendo y subió las escaleras. 
Me di la vuelta y me dirigí al coche. Me quedé sentada en el bordillo de la acera, el cielo empezaba a tronar y las gotas cayeron de una en una hasta caer de millones en millones y se convirtieron en nieve que se quedaba pegada en el suelo. 
Realmente mi vida estaba llena de desgracias. Estaba gafada o algo. No entendía por qué todo eso me pasaba a mi. 
_______________________________________
SIEEEEEEEEENTO MUCHISIMO HABER TARDADO TANTO, pero como eran los últimos días de verano, tenía que disfrutarlos al máximo de todas las formas posibles, he ido escribiendo poco a poco en estos días, pero nunca podía subirlo por cualquier cosa, así que al final se ha quedado super largo e.e
EN FIN.  Espero que hayáis tenido un verano perfecto y que os vaya muy bien este curso. Un beso muy grande; http://anahistorysara.blogspot.com/

sábado, 27 de agosto de 2011

No queremos ser como los demás - *

Ahora se lleva hacerse fotos con la bandera de Londres, comprarse camisetas con la misma, al igual que pintarse las uñas con diez o cinco banderas diferentes donde, cómo no, incluyen la de Londres y EEUU. Ponerse la camiseta por el interior de los pantalones, llevar zapatos que antes llevaban las señoras mayores. Llevar colgado del cuello el símbolo de la paz y en las muñecas llevar millones de pulseras que queden colgando de ellas. Fumar cachimbas y hacerse la guay. Pedirle a tus padres un "Iphone" o una "Black Berry". Comprarte "Ray Ban" o "Carrera". Ir por la calle con cascos de música más grandes que tu cabeza. Solo por ser como los demás, porque no tienes personalidad. Te aseguro que si todo eso no estuviera de moda, y nadie llevara nada de eso, no lo llevarías nunca.






jueves, 18 de agosto de 2011

Llora por mi ahora que puedes; capítulo 43


Estiré el brazo en dirección al teléfono, lo agarré con miedo.
Cerré los ojos y suspiré .. Marqué el número de teléfono que indicaba en la carta y esperé impaciente.
Pi .. Pi .. Pi .. Pi .. /
Después de unos larguísimos segundos conseguí que cogieran el teléfono. Les di el nombre de mi padre y enseguida me pasaron con él.
-¿Papá? ¿Estás bien? - Escuché su respiración, que iba tan lenta como las lágrimas que empezaban a caer por mis mejillas - Pero qué pregunta más tonta .. ¿Cómo ibas a estar bien? ¡Lo siento tantísimo, debí haberme quedado allí [...] No sé cómo pude ..
-Hija, no te preocupes, de verdad. No es culpa tuya, sabes que todo el mundo vive para morir. Es simple, mi destino era este. Tarde o temprano tendría que haber ocurrido. Cuando eras pequeña te hablé mucho sobre este momento. ¿Recuerdas?
Te dije que si yo moría que no lloraras por mí cuando estuviese muerto, que no me llevases flores a mi tumba, dámelas ahora que puedes. ¿Para qué quiere la gente llevar flores a una tumba que ni siente ni respira? Tampoco te pido que me metas en una de esas cajas de madera. -Hizo una pausa cuando se le cortó la voz, suspiró y siguió al ver que no decía nada. - Quemarme y tirarme al mar. -Solté un respingo y después de llorar en silencio durante su discurso, el llanto empezó a escucharse en la otra línea telefónica- Llora por mí ahora que puedes, dame todos los regalos que quieras. Pero no vengas, no quiero que me veas morir. -
Vi a Aitor acercarse lentamente al sofá y sentarse a mi lado. Cogió mi mano con cuidado y obligó a mi cabeza a descansar sobre su hombro.
-Pero papá ..
-No, hija, no quiero que vengas. Hazme ese último favor.
Aparté el teléfono de mi oreja y dejé que un grito saliera a la velocidad de la luz de las cuerdas vocales. Mis ojos se cerraron con fuerza y las lágrimas que habían quedado atrapadas en ellos, salieron con más rapidez que las anteriores.
Volví a colocar el teléfono en mi oído.
-Te quiero mucho, papá. -Conseguí decir entre sollozos.
-Y yo a ti hija [...] Adiós. - Me dijo antes de colgar el teléfono.
-Adiós. -Dije en un hilo de voz.
La rabia recorrió mi cuerpo en menos de un segundo, el odio se apoderó de mi, lancé el teléfono contra la pared. Subí las piernas al sofá y las abracé con mis brazos. Apoyé en ellas mi cabeza, mientras las lágrimas seguían cayendo de mis ojos, deslizándose por las mejillas hasta llegar al mentón y recorrer mi garganta.


Noté cómo un brazo fino se deslizaba por mi espalda y me abrazaba a la vez que lloraba conmigo. Carmen estaba a mi lado, mientras Aitor miraba al techo desconcertado.
-Yo sé por lo que estás pasando, porque yo también lo pasé. Voy a estar siempre contigo para lo que quieras. Sé que suena muy comprometido, y que nadie lo ha cumplido nunca de verdad. Que a la mínima se olvidan de ti como si nunca hubiera sido tu amiga. - Me dijo mientras levantaba mi cara con su mano, y con la otra acariciaba mi rostro. -
-Parece que estés hablando de Carla ..
-Sí, bueno .. Sabes que me hizo mucho daño. -Hizo una pausa y suspiró. -Cuando mi padre tuvo aquél accidente de coche, me sentía más sola que nunca y Carla .. -Vaciló por un momento y decidió no decir nada.
Nos quedamos en silencio. Se escuchaban mis llantos y los de Carmen, que me acompañaba como si fuera mi sombra.
Ella también vivió ese momento, pero cuando era más pequeña.Tenía quince años. Se sentía sola. Su mejor y única amiga, le dio de lado. Empezó a ir con la chica más popular de clase, ignorando el sufrimiento que estaba viviendo Carmen. Apenas le dirigía la palabra cuando estaba con Dayana, y la miraba con superioridad. Carmen solo tenía el apoyo de su madre, que luchaba por ella cada segundo de su vida. Aunque el dolor se su madre fuera mayor, no lo dejaba notar para poder salir adelante y no derrumbarse como lo estaba haciendo Carmen. [...] Creo que estaréis pensando que por qué no la ayudé yo y le di un hombro para llorar cuando más lo necesitaba.
Carmen tiene un año más que yo, para entonces, yo tenía catorce y no la conocía para nada. Ella repitió curso a causa de la muerte de su padre y fue cuando nos hicimos "amigas". No teníamos ningún tipo de confianza, así que ella no me contó nada de su padre hasta estar en la universidad.
Me dirigí a la cocina a por un vaso de agua. Me lo bebí lentamente, casi sin ganas. Me senté frente a la pecera que teníamos en una diminuta mesa. Observé cómo nadaban de un lado para otro sin cansarse. Sin temerle a la muerte, quizá no saben que existe, y viven sin ningún tipo de preocupación. "Ojalá pudiera ser uno de ellos para vivir como viven ellos. " Pensé.
Me levanté le la silla. Y como si estuviera medio dormida subí las escaleras que dirigían a nuestro cuarto. Entré en el baño y cerré la puerta. La voz de mi padre no paraba de pasar por mi mente una y otra vez. <<No, hija, no quiero que vengas. Hazme ese último favor. >> [...]
Apoyé las manos en el lavabo y me miré al espejo. El rimel se había corrido por mis mejillas. Estaba horrible. El vestido azul celeste que llevaba estaba lleno de lágrimas y manchas negras del rimel. Guié la mirada hacia los tacones y decidí quitármelos.
Me lavé la cara y fui desvistiéndome hasta quedarme totalmente desnuda. Metí un pie en la bañera mientras abría el grifo.
Cerré la cortina que rodeaba la bañera. El agua hirviendo pasaba por mi cuerpo dejándome la piel de gallina. Cerré los ojos y me dejé invadir por mis recuerdos. Por nuestros recuerdos.
Todos y cada uno de ellos me invadían y hacían que me sintiera mal. Él siempre había intentado hablar más conmigo, pero yo me sentía atacada, como si fuera a invadir mi intimidad. Siempre quería que le contara todos los novios que había tenido, todo lo que hacía cada día. Cosas de padres, cosas que nunca contabas. Ahora desearía haberle contado todo lo que le oculté, por el único hecho de haber estado más tiempo con él.
No haber desperdiciado mi tiempo en el ordenador o en la tele, mientras que él solo intentaba conocerme más. Saber como era en realidad. Porque nadie es igual con sus amigas que con sus padres. ¿O me equivoco?