domingo, 24 de julio de 2011

Capítulo 41- I don't want this moment.

"I don't want this moment, to ever end. Where every thing's nothing, without you.

I wait here forever just to, to see you smile; cause it's true.
I am nothing without you. Through it all I've made my mistakes.

I'll stumble and fall, but I mean these words.
I want you to know with everything, I won't let this go. These words are my heart and soul. And I'll hold on to this moment you know. As I bleed my heart out to show, and I won't let go."
And I won't let go [...] Pienso que ya es demasiado tarde, "no te dejaré ir", lo he hecho. Te he dejado ir. Esas tardes contigo, tardes locas en tu habitación, escuchando esa estúpida canción, que me sé cada una de las palabras que la componen. Suena increíble, totalmente imposible, pero sí, me la sé, y tú también te la sabrías si la hubieras cantado con tu mejor amiga. Imaginatelo, tú y ella, en su habitación, saltando encima de la cama, escuchando y cantando esa canción. Acabábamos llorando, abrazadas, sin ningún motivo alguno. Escúchala muchas veces, lee la traducción, es preciosa, me encanta. Me encanta Sum 41, ¿y qué? Probablemente a ti te guste otro tipo de música, pero a mi eso me da igual. ¡ME ENCANTA SUM 41! [...] No sé qué mierda estoy haciendo, eso ahora no importa. 
Cogimos un taxi y le dimos la dirección. Estaba impaciente por llegar a la casa de Aitor. Estaríamos más unidos, más solos; con más intimidad. 
Salí del taxi, las nubes empezaban a tapar el cielo dejando caer pequeñas gotas de agua. Cogí mis maletas y las arrastré hasta la puerta como pude. No podía ser cierto lo que veía .. "Tal vez no es ella, es totalmente imposible .." Pensé.
-¿Ainara? ¿Qué haces aquí?
-Te dije que iba a volver, Ángela. - Me daba un abrazo mientras decía aquellas palabras. -
Dejé los ojos en blanco, no sabía qué hacer.
-Me trae todos los días aquí, a esperar que vengas, y no puedo decirle que no .. Pensé que no ibas a volver y ella me decía que no, que ibas a volver. ¡Que nunca la dejarías sola! ¿Que te parece? Te tiene más cariño que a mi. - Dijo entre dientes. 
-Pero, Ainara, cariño .. - Me quedé en blanco. - No sé qué decir. - Me sonrojé. 
-¿Donde estabas? - Me miró con unos ojos llenos de lágrimas que se mojaban cada vez más. 
-He ido a visitar a mi madre. Pero, me parece que fue una mala idea. - Dije mientras miraba a Aitor que se iba acercando con lentitud. 
-Buenas. -Dijo con una sonrisa totalmente falsificada. 
-Él es Aitor, mi novio. - Dije mientras le daba un beso en la mejilla. 
-Encantada. - 
-Bueno, estoy un poco cansada del viaje y tal, así que me voy ya. - Le sonreí y le di un beso en la cabeza a Ainara. 
-Bueno, pues, qué decir. Que gracias por volver, ya no me hará volver más a estas horas por aquí. -Dijo entre risas y acariciándole el pelo a Ainara, que acto seguido le cogió de la mano y la estiró con la intención de volver a casa.
-¡Adiós, Ainara! -Dije moviendo la mano de un lado a otro. 
-Adiós .. - Se dirigió a mi con un hilillo de voz y me abrazó. 
Cerré la puerta de casa y me tiré al sofá. 
-Si crees que voy a estar aguantando a esa niña todos los días, estás muy equivocada. 
-No hace falta que la aguantes. Nadie te lo ha pedido. -Dije con un tono borde. 
Aitor decidió dejar ahí la conversación y se fue a nuestro cuarto. 
Encendí la tele. Era extraño. Siempre que veía la tele estaban dando la misma serie. 
No hace falta que os diga el nombre, creo.  Blair Waldorf y Nate Archibald llevaban toda la vida siendo novios. Llegaron a un punto en el que no podían estar juntos, el uno con el otro. Decidieron separarse. Por un momento, llegué a pensar que Aitor y yo íbamos a acabar igual que ellos. Decidí apagar la tele y centrarme en la nueva vida que me esperaba. Aprendería a valerme por  mi misma. Entré a nuestra habitación, donde se encontraba Aitor, con los ojos cansados, y un tanto arrepentidos. 
-¿Qué te pasa? -Dije con un tono de preocupación.
-Que no sé si todo esto va a salir bien [..] No sé si un día de estos te cansarás de mi y me dejarás con todas mis ilusiones al aire. Que se esfumarán como el humo de aquella chimenea -Dijo mientras señalaba hacia la casa de enfrente. - Júrame que nunca me dejarás solo, júrame que nunca cogerás tus maletas y cerrarás por última vez la puerta con tal fuerza que llegará a volcar mi corazón. - Le empezaron a caer lágrimas lentamente. Las palabras le salían del corazón, mientras yo, me descojonaba por dentro. 
-Júramelo. -Dijo mirándome a los ojos. Sus ojos verdes me miraban con intensidad e hizo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Entonces me di cuenta de que yo también quería pasar el resto de mi vida con él.
-Júrame que nunca vas a dejar de quererme. - Cuando terminé de decir esas palabras me cayó la boca con un beso que no olvidaré en mi vida. - 
-Te lo juro.
-Te lo prometo. -Dije con una sonrisa. 
Nos tumbamos en la cama y sentí su calor, que empezaba a recorrer mi cuerpo lentamente. Sentía su cuerpo dentro del mío. Sentí que el amor de mi vida me estaba haciendo el amor.  

sábado, 2 de julio de 2011

Capítulo 40-

Estuve, exactamente, cuatro días pensando si era o no otro de mis caprichos tontos querer volver a París; resultó que no era una tontería, no aguantaba más tiempo vivir bajo el mismo techo con el "novio" de mi madre.
Hasta el cuarto día, no me atreví a decírselo a Aitor por el miedo a que me dijera que no. Pero él estaba deseando que se lo propusiese.
-Pensé que nunca me lo ibas a decir .. Pensé que no querías dejar a tu padre solo. - Me dijo mientras se sentaba en el sofá. -
-Eh, ya, y no quiero dejarlo solo. - Vacilé por un momento, y suspiré. - En cuanto recoja todas mis cosas, iré a hablar con él, seguro que lo entiende.
-¿Te espero o voy contigo? -Dijo con una mirada dulce y penetrante.
-Claro, así sabrá con quién voy a vivir a partir de ahora. -Le sonreí, le agarré de la mano e hice que se levantara. - Le he contado todo lo que me ha pasado, pero nunca te ha visto. Le gustarás.
Cuando llegamos a la cárcel, el chico me hizo un gesto dirigiéndome hacia la celda de mi padre.
-Oh, qué pena. La moza tiene un mozo. Él nunca te hará lo que te haría yo, nena. - Dijo un viejo verde dirigiéndose a mi desde su celda. Aitor se acercó a la celda del viejo con rabia.
-Dile algo más y te juro que te quito las ganas de vivir. - Dijo agarrándose a los barrotes e intentando introducir la cabeza entre ellos.
-Tranquilo, chico, déjalo, no querrás meterte en un lío. - Le dijo el guardia agarrándole por los brazos.
Aitor hizo un movimiento brusco y se apartó de la celda.
-No tendrías que haberle dicho nada, Aitor .. - Le susurré mientras me agarraba a su brazo.
-¡Paula, hija! Hace unos días que no vienes por aquí. - Me dijo forzando una sonrisa. -
-Papá, lo siento mucho, no he tenido tiempo. Mira él es Aitor. -
Aitor estiró su forzoso brazo entre los barrotes y le dio la mano.
-Encantado de conocerle. -Dijo Aitor aún un poco enfadado por lo ocurrido.
-Igualmente, chico.
-Eh, papá. Hemos venido a despedirnos, sé que no llevo mucho tiempo aquí, pero te juro que no aguanto un día más con ese hombre en casa .. - Dije mientras una lágrima recorría mis mejillas y agachaba la mirada.
-Lo sé, yo tampoco podría. ¿Se va él contigo?
Aitor interrumpió nuestra conversación.
-Sí, puede estar tranquilo, cuidaré de ella tal y como lo haría usted.
-Papá ... Te echaré de menos. -Dije entre llantos. Apoyé la cabeza en los barrotes y me dio un beso en la frente.
-Yo también. Espero verte pronto por aquí. - Me cogió la mano y cuando se paró su mano de la mía, me cerró la mano y la apretó fuerte. - No lo pierdas, llévalo siempre contigo, hija.
-Gracias, papá.- Me di la vuelta e intenté no volverme para verlo por última vez, se me partiría el corazón el verlo ahí, encerrado y solo.
Abrí la mano y vi un precioso collar, con una diminuta piedra preciosa que brillaba tanto como los ojos de Carmen. Había olvidado totalmente que tenía que hablar con ella y despedirme .. Cogí el móvil y marqué su número. Mientras comunicaba, Aitor me cogió de la mano y me dio un beso en la mejilla, que aún seguía húmeda.
-¿Carmen?
-¡Paula, cariño! Siento mucho no haberte llamado, no he tenido tiempo.
-No te preocupes. ¿Puedo verte hoy?
-Eh .. Sí, creo que sí. Dime, ¿a qué hora?
-Si puede ser ahora mismo, mejor. Me voy a las ocho.
-¿Que te vas donde?
-Ven a mi casa, te espero, un beso, Carmen.
Colgué y le di un beso a Aitor.
Y entramos en casa. Dejé mi bolso encima de la mesa y me senté en el sofá.
-¿Tú crees que debo decirle a mi madre que me voy? - Dejé los ojos en blanco. - Aitor, ¿Me estás escuchando?
-Me parece que no hace falta, ya se lo has dicho, de forma indirecta.
-¿Qué dices, Aitor? - Dije dándome la vuelta. Sí, ahí estaba apoyada en la puerta con un estúpido camisón provocativo de color azul claro.
-¿Como que te vas? ¿A donde? ¿Y con el permiso de quién?
-Sí, me voy. A París. ¿Y ahora vienes con "permisos"? Pero, por favor. Mírate, si pareces una puta. Si ahora mismo fuese así por casa, ¿también tendría que pedir permiso? Pf. Mira, "mamá", me voy de aquí quieras o no, no aguanto más. -En ese mismo instante tocaron a la puerta. "Será Carmen" pensé. - Y ahora apártate de la puerta y déjame pasar. - Me acerqué a la puerta y abrí. - ¡Carmen! ¿Cómo estás? - Dije sonriendo.
-Pues muy bien. ¿Tomamos algo? -Dijo invitándome a salir.
-No, entra, está Aitor. - Dije agarrándola de la mano y dirigiéndola al salón.- Aitor, ella es Carmen, mi compañera de la universidad. - Miré a mi madre con desprecio y antes de decirme nada la invité a salir del salón.
Nos sentamos en el sofá y estuvimos casi tres horas hablando, ya eran las cinco y el avión salía a las siete.
-Tía, te voy a echar mucho de menos y espero volverte a ver. 
-Yo también [..] - Dije mientras la abrazaba y acariciaba su espalda - Te quiero. 
-Bueno, Aitor, encantada de conocerte y espero que la cuides como se merece. -Dijo mientras le daba dos besos en las mejillas.
-Igualmente, Carmen. No te preocupes, la cuidaré como se merece. - Me miró a los ojos y me besó. -  ¿Nos vamos?
-Sí. Un momento, voy a por mis maletas y bajo. 
Subí las escaleras lentamente mientras pensaba que sería la última que vería esos estúpidos escalones en los que habíamos vivido tantas caídas mientras íbamos detrás de .. de Sara. Todavía sigo pensando cómo se pudo morir ella y yo no. Una niña, de tan solo cinco años. ¡La vida es injusta! Nuestro paso por la vida es efímera .. Para ser tan corto el tiempo que estamos en ella, creo que prefiero no vivir sin ella. Entré en mi cuarto y cogí las maletas. Y me quedé apoyada en la puerta del cuarto de mi madre. Estaba ahí, sentada, alcancé a oír un llanto acompañado de quejas. 
-Te echaré de menos, hija. Espero que lo que estás haciendo sea lo mejor para ti. - 
Decidí no contestarle y bajé las escaleras y Aitor me ayudó a bajar las maletas. 
-Paula, ¿te importa que os acompañe? 
-Claro que no, pero, ¿luego quien te trae a casa? 
-Llamaré a mi madre, seguro que puede. 
-Entonces vale.  - Dije con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Vamos?
-Claro, vamos. -Cogió una de las maletas y se dirigió al coche con paso lento. 
Descargamos las maletas en el coche y entramos en él. 


Cuando llegamos al aeropuerto la despedida duró una hora, que se me hicieron como minutos.
-Adiós, Paula.
-Siento mucho no haber pasado más tiempo contigo, de verdad. - Me fui separando de ella lentamente mientras Aitor estiraba de mi mano. - ¡Te quiero! 
Subimos al avión después de descargar las maletas. El sueño invadió mi cuerpo y mis párpados caían sobre su mismo peso una y otra vez. Terminé por dejar que descansaran y los cerré. Una pesadilla se adentró en mis sueños, pero no era con Sara. Salía mi madre. En un sitio oscuro, una habitación negra, sin ventanas, totalmente vacía. Arrodillada sobre el propio suelo, apoyando su cabeza contra la pared y las lágrimas invadiendo su rostro cansado. Se dio la vuelta y me vio. Estiró la mano e intentó agarrarme, hasta que al fin, lo consiguió. Me agarraba cada vez más fuerte de la mano, y repetía varias veces "No te vayas" 
Intentaba escapar de sus manos, pero apretaba más y más fuerte. Su cara empezaba a cambiar hasta hacerse más joven. Su rostro se convirtió en el rostro de Sara, que lloraba con más fuerza mientras gritaba; No me dejes sola. No te vayas, Paula. 
Me sobresalté, abrí los ojos con la frente llena de sudor. 
-¿Estás bien? ¿Quieres agua, coca-cola? 
-No, tranquilo, estoy bien. -Dije un tanto consternada y confusa. Intenté dormir de nuevo, pero no lo conseguí, cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Sara aparecía en mi mente. Decidí no dormir y escuchar música, me distraería un buen rato.