sábado, 2 de julio de 2011

Capítulo 40-

Estuve, exactamente, cuatro días pensando si era o no otro de mis caprichos tontos querer volver a París; resultó que no era una tontería, no aguantaba más tiempo vivir bajo el mismo techo con el "novio" de mi madre.
Hasta el cuarto día, no me atreví a decírselo a Aitor por el miedo a que me dijera que no. Pero él estaba deseando que se lo propusiese.
-Pensé que nunca me lo ibas a decir .. Pensé que no querías dejar a tu padre solo. - Me dijo mientras se sentaba en el sofá. -
-Eh, ya, y no quiero dejarlo solo. - Vacilé por un momento, y suspiré. - En cuanto recoja todas mis cosas, iré a hablar con él, seguro que lo entiende.
-¿Te espero o voy contigo? -Dijo con una mirada dulce y penetrante.
-Claro, así sabrá con quién voy a vivir a partir de ahora. -Le sonreí, le agarré de la mano e hice que se levantara. - Le he contado todo lo que me ha pasado, pero nunca te ha visto. Le gustarás.
Cuando llegamos a la cárcel, el chico me hizo un gesto dirigiéndome hacia la celda de mi padre.
-Oh, qué pena. La moza tiene un mozo. Él nunca te hará lo que te haría yo, nena. - Dijo un viejo verde dirigiéndose a mi desde su celda. Aitor se acercó a la celda del viejo con rabia.
-Dile algo más y te juro que te quito las ganas de vivir. - Dijo agarrándose a los barrotes e intentando introducir la cabeza entre ellos.
-Tranquilo, chico, déjalo, no querrás meterte en un lío. - Le dijo el guardia agarrándole por los brazos.
Aitor hizo un movimiento brusco y se apartó de la celda.
-No tendrías que haberle dicho nada, Aitor .. - Le susurré mientras me agarraba a su brazo.
-¡Paula, hija! Hace unos días que no vienes por aquí. - Me dijo forzando una sonrisa. -
-Papá, lo siento mucho, no he tenido tiempo. Mira él es Aitor. -
Aitor estiró su forzoso brazo entre los barrotes y le dio la mano.
-Encantado de conocerle. -Dijo Aitor aún un poco enfadado por lo ocurrido.
-Igualmente, chico.
-Eh, papá. Hemos venido a despedirnos, sé que no llevo mucho tiempo aquí, pero te juro que no aguanto un día más con ese hombre en casa .. - Dije mientras una lágrima recorría mis mejillas y agachaba la mirada.
-Lo sé, yo tampoco podría. ¿Se va él contigo?
Aitor interrumpió nuestra conversación.
-Sí, puede estar tranquilo, cuidaré de ella tal y como lo haría usted.
-Papá ... Te echaré de menos. -Dije entre llantos. Apoyé la cabeza en los barrotes y me dio un beso en la frente.
-Yo también. Espero verte pronto por aquí. - Me cogió la mano y cuando se paró su mano de la mía, me cerró la mano y la apretó fuerte. - No lo pierdas, llévalo siempre contigo, hija.
-Gracias, papá.- Me di la vuelta e intenté no volverme para verlo por última vez, se me partiría el corazón el verlo ahí, encerrado y solo.
Abrí la mano y vi un precioso collar, con una diminuta piedra preciosa que brillaba tanto como los ojos de Carmen. Había olvidado totalmente que tenía que hablar con ella y despedirme .. Cogí el móvil y marqué su número. Mientras comunicaba, Aitor me cogió de la mano y me dio un beso en la mejilla, que aún seguía húmeda.
-¿Carmen?
-¡Paula, cariño! Siento mucho no haberte llamado, no he tenido tiempo.
-No te preocupes. ¿Puedo verte hoy?
-Eh .. Sí, creo que sí. Dime, ¿a qué hora?
-Si puede ser ahora mismo, mejor. Me voy a las ocho.
-¿Que te vas donde?
-Ven a mi casa, te espero, un beso, Carmen.
Colgué y le di un beso a Aitor.
Y entramos en casa. Dejé mi bolso encima de la mesa y me senté en el sofá.
-¿Tú crees que debo decirle a mi madre que me voy? - Dejé los ojos en blanco. - Aitor, ¿Me estás escuchando?
-Me parece que no hace falta, ya se lo has dicho, de forma indirecta.
-¿Qué dices, Aitor? - Dije dándome la vuelta. Sí, ahí estaba apoyada en la puerta con un estúpido camisón provocativo de color azul claro.
-¿Como que te vas? ¿A donde? ¿Y con el permiso de quién?
-Sí, me voy. A París. ¿Y ahora vienes con "permisos"? Pero, por favor. Mírate, si pareces una puta. Si ahora mismo fuese así por casa, ¿también tendría que pedir permiso? Pf. Mira, "mamá", me voy de aquí quieras o no, no aguanto más. -En ese mismo instante tocaron a la puerta. "Será Carmen" pensé. - Y ahora apártate de la puerta y déjame pasar. - Me acerqué a la puerta y abrí. - ¡Carmen! ¿Cómo estás? - Dije sonriendo.
-Pues muy bien. ¿Tomamos algo? -Dijo invitándome a salir.
-No, entra, está Aitor. - Dije agarrándola de la mano y dirigiéndola al salón.- Aitor, ella es Carmen, mi compañera de la universidad. - Miré a mi madre con desprecio y antes de decirme nada la invité a salir del salón.
Nos sentamos en el sofá y estuvimos casi tres horas hablando, ya eran las cinco y el avión salía a las siete.
-Tía, te voy a echar mucho de menos y espero volverte a ver. 
-Yo también [..] - Dije mientras la abrazaba y acariciaba su espalda - Te quiero. 
-Bueno, Aitor, encantada de conocerte y espero que la cuides como se merece. -Dijo mientras le daba dos besos en las mejillas.
-Igualmente, Carmen. No te preocupes, la cuidaré como se merece. - Me miró a los ojos y me besó. -  ¿Nos vamos?
-Sí. Un momento, voy a por mis maletas y bajo. 
Subí las escaleras lentamente mientras pensaba que sería la última que vería esos estúpidos escalones en los que habíamos vivido tantas caídas mientras íbamos detrás de .. de Sara. Todavía sigo pensando cómo se pudo morir ella y yo no. Una niña, de tan solo cinco años. ¡La vida es injusta! Nuestro paso por la vida es efímera .. Para ser tan corto el tiempo que estamos en ella, creo que prefiero no vivir sin ella. Entré en mi cuarto y cogí las maletas. Y me quedé apoyada en la puerta del cuarto de mi madre. Estaba ahí, sentada, alcancé a oír un llanto acompañado de quejas. 
-Te echaré de menos, hija. Espero que lo que estás haciendo sea lo mejor para ti. - 
Decidí no contestarle y bajé las escaleras y Aitor me ayudó a bajar las maletas. 
-Paula, ¿te importa que os acompañe? 
-Claro que no, pero, ¿luego quien te trae a casa? 
-Llamaré a mi madre, seguro que puede. 
-Entonces vale.  - Dije con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Vamos?
-Claro, vamos. -Cogió una de las maletas y se dirigió al coche con paso lento. 
Descargamos las maletas en el coche y entramos en él. 


Cuando llegamos al aeropuerto la despedida duró una hora, que se me hicieron como minutos.
-Adiós, Paula.
-Siento mucho no haber pasado más tiempo contigo, de verdad. - Me fui separando de ella lentamente mientras Aitor estiraba de mi mano. - ¡Te quiero! 
Subimos al avión después de descargar las maletas. El sueño invadió mi cuerpo y mis párpados caían sobre su mismo peso una y otra vez. Terminé por dejar que descansaran y los cerré. Una pesadilla se adentró en mis sueños, pero no era con Sara. Salía mi madre. En un sitio oscuro, una habitación negra, sin ventanas, totalmente vacía. Arrodillada sobre el propio suelo, apoyando su cabeza contra la pared y las lágrimas invadiendo su rostro cansado. Se dio la vuelta y me vio. Estiró la mano e intentó agarrarme, hasta que al fin, lo consiguió. Me agarraba cada vez más fuerte de la mano, y repetía varias veces "No te vayas" 
Intentaba escapar de sus manos, pero apretaba más y más fuerte. Su cara empezaba a cambiar hasta hacerse más joven. Su rostro se convirtió en el rostro de Sara, que lloraba con más fuerza mientras gritaba; No me dejes sola. No te vayas, Paula. 
Me sobresalté, abrí los ojos con la frente llena de sudor. 
-¿Estás bien? ¿Quieres agua, coca-cola? 
-No, tranquilo, estoy bien. -Dije un tanto consternada y confusa. Intenté dormir de nuevo, pero no lo conseguí, cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Sara aparecía en mi mente. Decidí no dormir y escuchar música, me distraería un buen rato.

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