viernes, 27 de mayo de 2011

Capítulo 38-

Cogí el móvil y avisé a la policía. Esperé media hora más, y las lágrimas no paraban de resbalarse por mis mejillas. Cuando llegaron me hicieron miles y miles de preguntas. Recordé aquél momento, cuando mi hermana murió, en el que Laura respondía a aquellas preguntas por mí, ¿en ese momento quién lo iba a hacer por mi?
El policía decidió dejarme sola un momento mientras iban a coger el cuerpo. Me quedé paralizada, sentada en una roca, esperando a que pasase mi vida entera delante de mis ojos. Con la mirada perdida, veía como los recuerdos con Laura pasaban miles y miles de veces por mi cabeza, hasta que alguien interrumpió mis pensamientos. 
-¿Podrías respondernos a unas preguntas, por favor? -Me dijo una chica, con mucha amabilidad.
Asentí, aún con la mirada perdida en el cuerpo muerto de Laura. Me di cuenta de que poco a poco estaba perdiendo a las personas que más quería. Mi hermana, Laura, Aitor empezaba a agobiarme ... Ya no me sentía tan a gusto con él. (Recuerda que estoy escribiendo lo que pensé en ese momento, ahora no me cansaría de él en la vida) 
La chica se puso en cuclillas y empezó su cuestionario.
-La conocías, ¿no? Era amiga tuya, ¿verdad? - Me sonrió levemente y yo asentí. Vaciló un rato y luego añadió. - ¿Qué ha pasado exactamente? -Puso su mano en mi rodilla. -No te sientas presionada, si quieres espero un rato más y cuando puedas decirme algo, me avisas, ¿de acuerdo?
-No, eh, creo que puedo explicártelo. No somos de aquí, estábamos de vacaciones... Laura empezó a juntarse con chicos drogatíctos y acabó como ellos. Uno de ellos la maltrataba, tiene heridas por todas partes y creo que tenía el labio roto...
La chica me interrumpió.
-¿Y como puedes afirmar que eso es verdad? - Levantó una ceja.
Me pareció indignante la incredibilidad que tuvo hacia mí esa mujer. Me levanté dispuesta a irme, pero me detuvo un chico que estaba justo tras de mí.
-No pienso quedarme aquí, contándolo todo y que encima no me crean. ¿Creen que me inventaría semejante cosa? 
-No, es nuestro trabajo dudar, lo siento. 
El chico me obligó a sentarme de nuevo en la piedra y seguir explicándoselo todo.
-Antes de que continúes, ¿por qué no avisaste a la policía de este maltrato?
-Yo no lo sabía, verá, estábamos enfadadas, y yo nunca estaba con ella.
-¿Entonces con quién?
-Con ... con un amigo. Yo no sabía lo que estaba pasando, hasta que hoy pasé por aquél local y vi como la echaban de allí. La seguí, pero no podía alcanzarla, me llevó hasta aquí. Y por más que insistiera, no quería darme la mano y bajar de ahí. Y... -La chica volvió a interrumpirme.
-Vale, ya me sé el resto. No sé si creérmelo, ¿sabes? 
-Haz lo que quieras. No me importa, yo ya he hecho lo que me habéis pedido y he dicho la verdad. -
El chico de antes me cogió por los hombros y me dijo:
-¿Dónde podríamos encontrar ese "local"? ¿Sabrías decirnos el nombre de su amigo?
-Sí, claro. -Le di la dirección exacta y le dije el nombre del amigo de Laura. -Creo que se llamaba.. Campoy, sí, eso era, Campoy. 
Al oír el nombre de Campoy, se miraron fijamente a los ojos con preocupación. 
-Vale, cariño, tranquila. Y gracias por todo. Haremos lo que podamos.
-No hace falta que hagáis nada.  Laura ya está muerta. Gracias a ese hijo de .. de su madre, Laura está muerta. Otra vez, ¡gracias, Dios por darme esta mierda de vida! -Dije mirando al cielo y estirando los brazos. Rompí a llorar, otra vez. 
Los policías decidieron dejarme sola. Poco a poco la gente se iba yendo y me iba quedando sola. 
Y decidí volver a la playa. Caminé junto a las olas, me fui adentrando cada vez más al interior del mar, hasta que mis piernas no dieron para más, agaché mi cabeza y me hundí. Cerré los ojos, la presión iba aumentando, los latidos de mi corazón iban cada vez más rápido. Las olas jugaban con mi cuerpo, de un lado a otro, me estampaban contra rocas inoportunas, sentía el dolor que invadía mi cuerpo. Entonces alguien me cogió del brazo, me llevó hasta la orilla, pero yo seguía inconsciente. El resto ya te lo sabes, ¿no? 
Miré el reloj que rodeaba mi muñeca izquierda, habían pasado exactamente 45 minutos. Salí del baño y estaba Aitor encima de la cama viendo la tele. Gossip Girl. 
-¡Hombre! Si por fin ha salido la duquesa del baño. Casi una hora, ¿un nuevo récord? -Rió.- Lo apuntaré en una libreta. - Se cayó por un segundo .- Pero, si no te has peinado ni nada, ¿qué hacías ahí dentro? 
Decidí no responder y salí de la habitación. La puerta del cuarto de mi madre estaba abierta de par en par pero no había nadie. Entré y abrí la puerta del balcón. Estaban fumando, los dos.
-Genial, mamá. ¿Ahora fumas? - Resoplé y me fui a la cocina. Mi madre había cambiado, y mucho.
Una foto de mis padres colgaba en la pared del pasillo. Agarrados de la mano, sonriendo, parecían felices, enamorados. Ahora se podría decir que son infelices comiendo perdices. Recordé que mi padre estaba en la cárcel, y que no tendría que tardar más de un día en ir a visitarlo. Se me quitó el hambre y fui corriendo a mi cuarto. Abrí el armario, cogí unos pantalones largos, con agujeros, no muy extravagantes. Moví las perchas y busqué la camiseta que me regaló mi padre el día de mi cumpleaños. No sé si me la compró aposta por la frase, pero me encantaba; The path to wisdom isn't being afraid to make mistakes. Era blanca y las letras negras. Cogí mis botines negros de tacón, no muy alto. Me recogí el pelo con un moño un poco mal hecho, y con el mechón que colgaba hice de él una trenza. Me maquillé un poco y salí corriendo, con cuidado de no caer por las escaleras. Cogí las llaves y mi bolso negro. Cuando llegué a la cárcel un policía me impidió el paso. Pero insistí.
-Lo siento, chica, no estamos en horas de visitas. 
-Ya, pero es que mi padre está ahí dentro y...
-Lo siento. - Dijo levantando las manos. - No puedes pasar.
-Por favor. Solo será un momento. -Las lágrimas empezaban a rondar por mis mejillas, pero impedí que hicieran que el rimel se corriera y las sequé.- Por favor. -Le sonreí forzadamente.
-Venga, vale, pasa. Pero que sea la última vez.
-Muchísimas gracias, cuando salga me podrías apuntar en una hoja el horario de visita, ¿por favor? 
Creo que me verá mucho por aquí. -Le sonreí.
-Claro, no hay problema. - Dijo cogiendo las llaves y abriendo la verja. Hizo un gesto con la mano, indicando que pasara. - A la próxima, te aconsejo que no vengas tan arreglada, los chicos te lo harán pasar mal. -Me guiñó un ojo.-
-Está bien. -Le sonreí. Seguí caminando mirando de un lado a otro, los hombres me miraban descaradamente de arriba a bajo, intenté no mirarlos muchos y seguí buscando a mi padre.
Me acerqué a una celda, me pareció que era él.
-¿Papá? -Dije dudosamente, estaba de espaldas, parecía él. Me acerqué un poco más y me agarré de los barrotes. - ¿Papá?
Se dio la vuelta y me di cuenta de que no era mi padre.
-Puedes llamarme "papá", si quieres, seré algo tuyo para siempre, bombón. - Hizo que me recorriera un escalofrío de arriba a bajo. Me alejé asqueada de esa celda y seguí buscando.
-¿Hija? ¿Paula? 
-¡Papá! Por fin, pensé que no te iba a encontrar nunca. -Le sonreí. Me acerqué a la celda y le cogí  las manos. - Te echo de menos... Lo siento, papá. No debí irme nunca.
-No, hija, no es tu culpa. Es mía, perdí la cabeza. Bueno, el resto te lo sabrás, porque te lo ha contado mamá, ¿no? -
-Sí. Tengo tanto que contarte. ¡Buf! Millones de cosas. Primero que todo, mamá está con el profesor de música de .. de Sara. ¡Y lo peor es que ahora..
-¡Maldita sea! Sabía que pasaba algo entre ellos dos. -Se le escapó una lágrima y siguió . - ¿Y qué puede ser peor que eso?
-Bueno, para mi es lo peor porque la salud es lo primero. ¡Ahora también fuma! No sabes todo lo que ha cambiado. Es increíble. Y aún así quiere que la comprenda. Si es que no hay manera, me enseñó a no mentir, y nunca lo he hecho, ¡ahora es ella la primera en hacerlo! me enseñó que el tabaco era lo peor del mundo, ¡y ahora es lo segundo que hace! No me lo puedo creer. ¿Tú puedes?
-Sí, tu madre siempre ha sido así. Nunca cumple lo que dice.
"Como yo, odio mis genes" Pensé.
-Pero, bueno. ¿Qué tal tu vieja a Ibiza? 
-Bueno... No esperaba que fuese así . -Miré hacia la verja del guardia, que se iba acercando más, haciéndome señales con la mano que saliera. - Bueno, me voy, papá. Me alegro mucho de haberte visto. -Le di un beso y me fui. - ¡Te quiero! - Dije girándome hacia él y saliendo por la verja. 
-Toma, esto es para ti. -Dijo entregándome un papel, supuse que sería el horario. - ¡Hasta otro día, chica!
Cerré la puerta y salí con una sonrisa gigante en la cara. Volví a casa, pero antes de entrar, vi a Andrea, jugando con su estúpida pelota lila. Al verme salió corriendo y entró corriendo a su casa.
No entendí por qué lo hizo, pero en fin. Abrí la puerta de casa y nada más entrar vi a mi madre cruzada de brazos.
-¿Dónde estabas?
-He ido a ver a papá, ya que por lo visto, tú no lo has hecho. 
-Yo no te he dejado ir, ¿por qué lo has hecho?
-¿Cómo, cómo? ¿Qué por qué lo he hecho? Mira, por dos sencillas cosas; una, porque es mi padre y me importa, y dos, porque nadie me lo impide. 
-Yo te lo impido. 
-¿Por qué?
-Por una cosa muy sencilla; porque él no es tu padre. - Me quedé en blanco, ¿cómo que no era mi padre? Reaccioné.
-¿Sabes? A lo mejor no será mi padre, no sé quién será y nunca lo sabré, pero seguro que tú tampoco sabes quién es. Te acostaste con tantos, que ni te acuerdas, ¿verdad? ¡PUF!
No será mi padre, y me da igual quién es mi padre de verdad. Él me ha cuidado, toda la vida, y eso es lo que importa. Ahora déjame pasar, "mamá" . -Dije con ironía. -

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