lunes, 4 de abril de 2011

Capítulo 19.


Mujeres que lloran por que su marido se va, a lo mejor para siempre, por un tiempo. Quién sabe. Madres que lloran porque sus hijos se van a otro país. Familias separadas, quizá por algún tiempo o quizá para siempre.
Me fijo en una niña rubia, pequeña. De unos .. cuatro años. Está sola y está llorando. "¿Se habrá perdido? .. Pero qué pregunta más tonta. Claro que se ha perdido.. ¡está sola!"
Yo: Fíjate en aquella niña, está sola.
Aitor: ¿Dónde? ..
Yo: Nada, déjalo. Ahora vengo.
Me acerco a la niña y le acaricio el pelo. Sara. Era idéntica, o al menos eso me pareció. Me resbalaba una lágrima por la mejilla. Pero a ella le caían miles y miles.
Yo: ¿Y tu mami? ¿No están contigo?
Niña: No está. Se ha ido.
Yo: Pero, ¿dónde está?
Niña: No lo sé. Me ha dejado sola. Me ha dicho que esperara, pero hace mucho que se ha idoooo. -Seguía llorando y se me partía el corazón verla así. -
Yo: ¿Te apetece un helado? - Le sonrío..-
Niña: Mi mamá no me deja.-
"Joder, lo que hay que escuchar.. Pero claro, no sabe quién soy. Mejor así. Algún día le ofrecerán algo y la rapten. Quién sabe.."
Yo: ¿Quieres que te acompañe a esperarla?
Niña: No sé. ¿Cuando va a venir mi mamá?
Yo: No lo sé. Seguro que no tarda mucho. -
"Menuda respuesta. ¿No se te ocurre nada mejor, Paula? ¿Ahora qué hago? Jodeeeer ..."
Aitor: ¿Quien es? Nos vamos, o qué?
Yo: Se ha perdido, tonto.-
Nos sentamos en unas sillas bastante incómodas...
Una hora.. Dos horas.
Aitor: Ya está bien, ¿no? ¿por qué no preguntamos en información? ¿Quién sabe? A lo mejor su padre la están buscando.
Niña: Mi papá no me está buscando. Mi mamá me dijo que no va a volver nunca... Le quería mucho, no sé por qué se fue.
"¿Ahora que puedo pensar? ¿Está muerto o se han separado? Pobre niña.."
Me levanto de la silla incómoda y me dirijo a información con la niña en brazos.
Chica: Buenas días. ¿En qué puedo ayudarles?- La chica tenía un acento francés, u
"¿Buenos días?" Miro el reloj. "¡Son las seis de la mañana!"
Aitor: Verá, nos hemos encontrado esta niña llorando. Llevamos dos horas esperando a su madre. Dice la niña le dijo que se esperara, que ya volvía. Y como ya le he dicho, no ha vuelto.
Chica: Bueno, pues... Lo único que podéis hacer es dejarla aquí, y ya vendrán a por ella.
Yo: ¿Y si no vienen?
Chica: La llevaremos a una casa de acogida.
Yo: Si, claro. Esas casas suelen ser siempre lo peor. A lo mejor la maltratan y le hace Dios sabe que cosas.
Chica: ¿Y qué quiere que haga? Es lo que hay.
La niña seguía llorando, abrazada a mí. Su cabeza apoyada en mi hombro. Notaba sus lágrimas recorrer mi cuello. Frías. Llenas de dolor. Dolor porque su madre, probablemente, le ha abandonado. Dolor porque nunca más volverá a ver a su padre. Ese padre que quizá esté muerto.
Estaba impaciente por ir a casa. A casa de Aitor. Pero no pensaba dejar sola a esa niña, esa niña que no sabía como se llamaba.
Yo: ¿Como te llamas?
Niña: Ainara.
Yo: Me gusta tu nombre, es bonito. Yo... Yo tenía una hermana.
Ainara: ¿Donde está?
Yo: Se ha ido, para siempre.
Ainara: Ah, como mi papá. Y, ¿como se llamaba?
Una lágrima, otra, otra, otra y otra.
Aitor: Sara, se llamaba Sara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario