lunes, 4 de abril de 2011

Capítulo 26.


Laura: No sabes por lo que me has hecho pasar, ¡joder! Ese tipo, Campoy, me pega todos los días por cada una de las palabras que digo o por cada cosa que hago. Es era lo que querías, ¿verdad? Lo has conseguido, ahora ya sabes que estoy peor que nunca, que mi vida es una mierda, y que tu vida es mejor que la mía. Es eso lo que siempre has querido, siempre pensabas solo en ti. Los demás para ti son una mierda. Vete si es por eso a lo que has venido, pero antes, ríete de mi, insúltame, pégame, grítame, dime lo feliz que estás ahora, no me importa lo que me hagas, lo que me hagan de aquí en adelante me importa una mierda, ¡una mierda! Eso es lo que he sido para ti todo el tiempo que he pasado a tu lado. Qué ciega he estado, ¡joder!
Yo: He venido para verte, como has dicho, estoy feliz, sí, lo admito, pero no porque tú hayas acabado .. así. Me arrepiento de haberte echo eso, en ese momento te juro que no sabía lo que hacía, sentía tanta rabia por dentro, es tanto lo que me has hecho.. Pero lo que sí que tengo claro es, que nunca, en mi vida te voy a pedir perdón, estoy segura de que nadie me pedirá que lo haga, porque si hace falta les contaré la verdad, todo lo que me has hecho es mucho, demasiado. Y lo único que quiero es que salgas de este sitio, tu madre está como loca buscándote, y es raro que no esté por aquí. Quiero que vuelvas a tu casa, con tu hermana, tu padre, tu madre. Quiero que estés bien.
Laura miraba al suelo fijamente, le caían lágrimas, a millones. De repente se abalanzó hacia a mi, empezó a tirarme del pelo, me insultaba y pegaba patadas, puñetazos por todas partes. No sabía por qué lo hacía, me defendí, con más sensibilidad que ella, pero lo hice. Aparté mis manos de su cabeza y ella hizo lo mismo, me miró a los ojos, y yo a los suyos. Los ojos reflejaban miedo, soledad y todo lo malo que te puedas imaginar. Me miraba con rabia, con asco. Suspiré, y le tiré las rayas que tenía encima de la mesa. Me giré y grité algo mientras que salía por la puerta, pero no sé qué le dije. En la puerta estaba Campoy y Enrique, Aitor salía detrás mía, le lanzó una mirada a Campoy y éste agachó la cabeza. Enrique seguía tan firme como lo había estado antes, a él nadie lo intimidaba, creo. Me asomé por la ventana del local y vi a Laura sentada en el suelo, con los pantalones rasgados y la camiseta rota, el pelo sucio como siempre. De repente alguien la cogió de la cintura, Laura daba patadas hacia atrás y hacia delante, intentaba escapar, pero no podía, gritaba, lloraba, y al final se cansó de insistir. Intentó tirarse al suelo, a Campoy se le resbalaron las manos y la dejó escapar. Laura salió del local, y se dirigía a mi.
Laura: ¡Te he dicho que te vayas! Que me dejes en paz, que no quiero verte nunca más, que eres una falsa y una puta. Ah, ¿y sabes qué, Paula? Me alegro de que se haya muerto Sara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario