lunes, 4 de abril de 2011

Capítulo 14.


Estábamos en mi casa. Preparando las maletas. Estaba ella, estaba Sara, con una sonrisa, esa sonrisa que echaba tanto de menos. [...]
Sara: ¿Pero será muy largo el viaje?
Yo: Tranquila, no será muy largo. O eso creo. -Solté una pequeña sonrisa.
"Señores viajeros, el tren a París sale en cinco minutos."
Era extraño, ¿por qué iba a parís? Tal vez porque mi hermana siempre había querido viajar allí..
Yo: ¡Corre Sara! ¡Está apunto de salir y estamos muy lejos del tren!
Sara: Entonces no vamos a ir a París. ¿A que no? ¿Eh? ¿Eh? Si se nos ha hecho tarde no vamos a llegar nunca.
Yo: Eh, no digas eso. Claro que nos da tiempo. Pero tienes que correr más, ¡vamos!
Estuvimos corriendo unos cinco minutos .. Habíamos llegado, pero estábamos al otro lado de las vías. Cruzamos, subí al tren.
Cuando me giré, vi que Sara no estaba. Se cerraron las puertas.
Me puse a gritar como una loca, ¿por qué nadie me oía?
Dejé de gritar, me asomé por la ventana. Y ahí estaba ella, mirándome llorosa, le caían mil lágrimas. Se me partió el corazón.
Sara: ¡Me prometiste que íbamos a ir juntas! ¡Mentirosa! -Se echó a llorar más fuerte. No pude contestarle.
¿Por qué no paraban el tren? Me di la vuelta. Corrí hacia el otro vagón, donde estaba el conductor.
Yo: ¡Pare el tren, por favor! Mi hermana está fuera, por favor.. -Rompí a llorar. El conductor mira por la ventana.
Conductor: Ahí fuera no hay nadie, no me haga perder el tiempo.-
Arrancó el tren. Fui corriendo a la ventana donde había visto a mi hermana. No estaba. La vi alejarse sola.
Yo: ¡Sara! ¡Sara! ¡No te vayas!
No sé como, pero me oyó. Levantó la cara llena de lágrimas y se despidió de mi con la mano.
Yo: ¡SARAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! -
__
Me desperté. Ya no estaba. Era un puto sueño. Me giré. No sabía donde estaba.
Aitor: ¿Estás bien?
Le abracé, le di un beso.
Aitor: Te he escuchado gritar, y he venido. ¿Pasa algo?
Yo: Era ella, Aitor. Era Sara.. ¿Por qué se ha ido?-
Me miraba a los ojos fijamente. Como no contestaba le conté mi sueño.
Aitor: Es una forma de decirte que la has perdido para siempre.
Yo: Joder, ¡como ayudas! Si lo sé no te cuento mi sueño- Puse una cara triste, a lo que él me respondió con un beso.
Aitor: Lo siento .. Bueno, ¿me vas a contar lo que ha pasado con Laura? Ayer viniste a mi casa, sin decirme nada y te fuiste a dormir.
Yo: Puf, no me acuerdo de cuando vine a tu casa, ¿sabes? -Me reí, y se me borró la sonrisa al recordar lo que me había hecho Laura.- Cuando fui a hablar con ella, le pregunté que qué le había hecho Carlos para me obligara a olvidar a mi hermana, a olvidarlo todo. Me dijo que nada, entonces me levanté dispuesta a irme y me cogió de la mano. Me lo contó todo. -Se me escapó una lágrima. "No, no voy a llorar por esa zorra! Pensé. -
Aitor: ¿Y qué te contó?
Yo: Que ella y Carlos se liaron cuando yo estaba saliendo con él.-
Giré la cara y me levanté. Fui al aseo y me encerré-
¿Por qué me pasaba eso a mi? ¿Por qué mi mejor amiga..- Aitor tocó a la puerta. La abrí y me abrazó. No quería soltarlo.
Leo: Perdonar, pero yo también vivo aquí y necesito el baño.-
Me hizo reír. Le cogí la mano a Aitor y fuimos al salón.
Yo: Me voy mañana.
Aitor: ¿Donde? ¿A tu casa?
Yo: Sí. No voy a quedarme más tiempo con Laura. Y no voy a permitir que vosotros paguéis esta habitación y tengáis que dormir juntos porque yo ocupe una cama.
Aitor: Por eso no hay problema, si quieres duermo yo contigo. -Se me acercaba más y más-
Yo: Aitor, para. Lo siento, pero yo tengo que volver.
Aitor: Te echaré de menos.
Yo: ¿Ya está? ¿No me vas a decir que me quede?
Aitor: Me acabas de decir que te vas. Y cuando tú dices algo, hay que hacerte caso. - Se señaló la pequeña brecha de la cabeza y sonrió.- Por lo menos me queda este doloroso recuero.-
Yo: Dicen que el amor duele, ¿sabes?
Aitor: Lo sé, lo sé. Bueno, ¿entonces te quedas?
Yo: Ya llevo casi dos semanas aquí, y no me va a llegar el dinero para más fiestas. Y sin fiestas .. Ibiza no mola.
Aitor: Te vienes a mi casa. Vivo solo, ¿sabes? Soy un machote. -Me sonrió.-
Yo: Sería genial. Pero tengo que estar con mis padres. Me necesitan.
Aitor: Ya, pero ellos ya son adultos y pueden apoyarse entre ellos, ¿no? Y tú eres mayor de edad, puedes hacer lo que quieras.
Yo: Sí, pero no sé. Ya veremos.
Aitor: Ese "ya veremos" no me convence, ¿sabes?
Yo: Pues vale. -Le besé- ¿Y esto, te convence?
Aitor: Claro. Bueno, arréglate un poco. ¿Quieres salir a comer por ahí?
Yo: Contigo al fin del mundo. -Le sonreí-
Aitor: Y, ¿el fin del mundo incluye también mi casa?
Yo: Tonto, ya te he dicho que "ya veremos"-
Fui al cuarto de Aitor, donde estaban todas mis cosas.
Cogí unos pantalones cortos vaqueros, una camiseta de flores pequeñas y unas sandalias chulísimas que me regaló mi madre por mi cumpleaños. Me arreglé el pelo como pude, me lo planché un poco. Luego me pinté la cara, la llevaba horrible de tanto llorar.
Aitor: ¿Estás ya?
Yo: Un segundo. - Me puse las sandalias y salí del cuarto.- ¿No me dices nada?
Aitor: ¿Para qué? Nadie debería confirmar que estás preciosa.-
Fuimos a un restaurante no muy decente. Pero mejor que un "Burger".. La comida estaba super buena. Después nos fuimos a dar una vuelta por la playa .. Y allí estaba ella con Leo.
No entendía como podía estar con Laura. Tal vez porque no sabía lo que me había hecho.
Aitor: ¿Quieres que nos vayamos?
Yo: No, no me voy a ir porque esté ella.
Nos tumbamos en la arena. Después de que Aitor me echara protector en la espalda, cerré los ojos y me dormí.
Otra vez ese sueño, el sueño que no quería volver a temer.
Pues ahí estaba ella, detrás de la ventana de mi vagón, viendo como me iba, sin ella, sin Sara.
De repente el tren se para. Me abre la puerta un señor muy raro, pero no le hago caso. Voy corriendo hacia Sara, que cada vez parecía estar más lejos. Yo corría con todas mis fuerzas, pero no podía llegar hasta ella, hasta Sara. Estuve corriendo bastante tiempo, no sabía cuanto porque en los sueños no te das cuenta del tiempo que pasa. Paré de correr al ver que Sara se iba acercando a mi. Le cogí la mano, la tenía helada. Le sequé las lágrimas, su cara, su cara estaba totalmente fría. Le solté una sonrisa.
Sara: No me sueltes nunca, "tata". -Esa palabra, esa palabra la echaba tanto de menos como a ella, como a Sara.

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